sábado, 21 de marzo de 2009

ORACIONES A SAN JOSÉ – V

PARA PEDIR UNA BUENA MUERTE
¡Poderoso patrón del linaje humano, amparo de pecadores, seguro refugio de las almas, eficaz auxilio de los afligidos, agradable consuelo de los desamparados, glorioso San José!, el último instante de mi vida ha de llegar sin remedio.
Mi alma quizás agonizará terriblemente acongojada con la representación de mi mala vida y de mis muchas culpas; el paso a la eternidad será sumamente duro; el demonio, mi enemigo, intentará combatirme terriblemente con todo el poder del infierno, a fin de que pierda a Dios eternamente.
Mis fuerzas en lo natural han de ser nulas: no tendré en lo humano quien me ayude; desde ahora, para entonces, te invoco, padre mío; a tu patrocinio me acojo; asísteme en aquel trance para que no falte en la fe, la esperanza y en la caridad.
Cuando tú moriste, tu Hijo y mi Dios, tu esposa y mi Señora, ahuyentaron a los demonios para que no se atreviesen a combatir tu espíritu. Por estos favores y por los que en vida te hicieron, te pido ahuyentes a estos enemigos, para que así acabe la vida en paz, amando a Jesús, a María y a ti, San José. Amén.

EN EL LECHO DE MUERTE
¡Oh glorioso San José, feliz esposo de María, escogido para custodio del Salvador del mundo, Jesucristo! Vos que estrechándole tiernamente en vuestros brazos gozasteis anticipadamente del Paraíso en este mundo, obtenedme del Señor un eterno perdón de mis pecados, y la gracia de imitar vuestras virtudes, para que no me separe nunca de la vía que conduce al cielo. Y por la incomparable felicidad de veros acompañado de Jesús y de María en el lecho de muerte, y de expirar dulcemente entre sus brazos, os pido que me defendáis en mis últimos momentos contra los enemigos de mi salvación, y así consolado con la dulce esperanza de ir a gozar con Vos de la eterna gloria del Paraíso, expire pronunciando los santísimos nombres de Jesús, José y María. Amen.

ORACIÓN A SAN JOSÉ EN LAS TRIBULACIONES
¡Oíd, querido San José, una palabra mía!... Me veo abrumado de aflicciones y cruces, y a menudo lloro... Despedazado bajo el peso de estas cruces, me siento desfallecer, ni tengo fuerzas para levantarme y deseo que mi Bien me llame pronto. En la tranquilidad, empero, entiendo que no es cosa difícil el morir... pero si el bien vivir. ¿A quién, pues, acudiré sino a Vos, que sois tan bueno y querido, para recibir luz... consuelo… y ayuda? A Vos, pues, consagro toda mi vida, y en vuestras manos pongo las congojas, las cruces, los intereses de mi alma… de mi familia… de los pecadores… para que, después de una vida tan trabajosa, podamos ir a gozar para siempre con Vos de la bienaventurada vida del Paraíso. Amén.

EN LAS ANGUSTIAS
¡Oh benditísimo Padre mío Señor San José! Al meditar en tus innumerables angustias no puedo menos que reconfortar mi espíritu en medio de la prueba y del dolor.
En estas circunstancias aflictivas te suplico encarecidamente que me alcances del cielo la gracia de aceptar, si no con alegría al menos con resignación cristiana, este sufrimiento y esta pena que el Señor se ha dignado enviarme.
Hazme comprender que las tribulaciones de esta vida me ayudarán a purificar mi alma y a merecer un día, mediante la paciencia y la perseverancia, la beatitud eterna. Amén.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria.
- Para alcanzar el Cielo, Oh dulce Protector.
- Sé mi eficaz modelo en la prueba y el dolor.

PARA PEDIR LA CASTIDAD
Oh custodio y padre de vírgenes, San José, a cuya fiel custodia fueron encomendadas la misma inocencia Cristo Jesús y la Virgen de las vírgenes, María; por estas dos preciadísimas prendas, Jesús y María, te ruego y suplico me alcances que, preservado de toda impureza, sirva siempre castísimamente con alma limpia, corazón puro y cuerpo casto a Jesús y a María. Amén.
San José, mi Padre y Señor, tu que fuiste guardián del Hijo de Dios y de su Madre Santísima, la Virgen María, alcánzame del Señor la gracia de un espíritu recto y de un corazón puro y casto para servir siempre mejor a Jesús y a María. Amén.

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