miércoles, 18 de marzo de 2009

EL CÓDIGO DA VINCI Y SUS MENTIRAS – I

La engañosa novela de Dan Brown, El Código da Vinci y el estreno de la película basada en el mismo libro, nos mueven a alertar a los fieles sobre las mentiras y falsedades divulgados. En resumen y para decirlo con claridad: El Código Da Vinci es una obra anticatólica: ataca a Jesucristo y a la Iglesia, y niega la fe que católica que profesamos por gracia de Dios.

La novela. La historia que Dan Brown, autor de El Código Da Vinci relata, es la siguiente: Robert Langdon, estudioso norteamericano y profesor de simbología religiosa, se halla en París dictando unas conferencias. De pronto, es acusado del asesinato del curador del Museo del Louvre, Jacques Saunier, quien es hallado muerto en el mismo museo, desnudo y con un pentagrama y un mensaje en clave pintado con su sangre, mencionando además a Langdon. La policía piensa que Langdon es el asesino y trata de incriminarlo. Aparece en escena Sophie Neveau, criptóloga de la policía, y nieta de Saunier, quien convencida de la inocencia de Langdon, lo ayuda a escapar. El desarrollo de la novela muestra que Saunier pertenece a una sociedad secreta llamada “El priorato de Sión”, cuya misión sería proteger el secreto más valioso de la historia, el Santo Grial. Pero no se trataría del cáliz donde fue recogida la sangre de Cristo, sino del vientre de María Magdalena, quien habría sido esposa de Jesús y con quien habría tenido una hija, origen de la dinastía real francesa. Esta supuesta “verdad” habría sido ocultada por la Iglesia Católica, que habría cambiado la historia y habría convertido a Jesucristo en Hijo de Dios y Dios, siendo un simple maestro. Pero habría sido la sociedad secreta llamada “Priorato de Sión” quien habría tenido a su cargo la protección de la pretendida descendencia de Jesús y de María Magdalena, considerada como una “diosa” femenina. Entre los jefes del Priorato, destacaría Leonardo Da Vinci, quien en sus cuadros y dibujos (como La Última Cena y la Monalisa) mostraría las claves para descubrir este supuesto secreto. La Iglesia Católica trataría de hacer desaparecer este gran secreto, y un monje asesino perteneciente al Opus Dei, el albino Silas, persigue a Langdon y a Sophie Neveau, que lo llevarán hasta el Grial. Huyendo, estos dos últimos van en busca de Leigh Teabing, un sabio inglés radicado en Francia, para que los ayude. Teabing los saca de Francia y les cuenta el supuesto significado del Grial. Al fin, en Inglaterra se descubre el misterio, y se revela que es Teabing quien está detrás de los asesinatos y ha manipulado al Opus Dei para que le obtenga el secreto tan buscado. Sophie resultaría ser descendiente de Jesús y María Magdalena, y la novela termina con Langdon arrodillado ante la pirámide del Museo del Louvre, en París, adorando la tumba de María Magdalena, supuestamente allí enterrada. Todo esto ocurre en el espacio de un día, a lo largo de 105 capítulos y 557 páginas de trepidante acción.
Ficción presentada como realidad. Se ha dicho que El código Da Vinci es una novela de ficción, y por eso no hay que tomarse tan en serio una obra de ese tipo. En primer lugar, las obras de ficción de suyo no mienten ni insultan, y pueden darse obras que a través de un relato ficticio sobre cuestiones reales mantengan cierta coherencia histórica. En el caso de El código Da Vinci, el autor no sólo deforma la realidad histórica que fundamenta su novela, sino que propone una interpretación ofensiva sobre Jesús y el cristianismo. El asunto es tanto más grave, cuanto que en la presentación, después de señalar como auténticos los documentos del Priorato de Sión (que por cierto, es un invento del siglo XX, creado como medio para estafar) y difamar al Opus Dei, dice: “Todas las descripciones de obras de arte, edificios, documentos y rituales secretos que aparecen en esta novela son veraces” (p. 11).
Evangelios apócrifos deformados. Según El Código Da Vinci, la verdad sobre Jesús no estaría contenida en los Evangelios Canónicos que conocemos (Mateo, Marcos, Lucas y Juan) sino en otros evangelios, llamados “apócrifos” y que la Iglesia habría mantenido ocultos para que no se conociera su mensaje. Estos libros, que supuestamente revelan la verdadera historia de Jesús, serían los “evangelios” de Tomás, de Felipe, de María, etc. Han sido encontrados en Qumram (1947) y en Nag Hammadi (1948), pero la Iglesia los habría escondido porque comprometía la doctrina “oficial” sobre Jesús (ver El Código Da Vinci, p. 292).
Los evangelios apócrifos y la Iglesia. La verdad es que los evangelios apócrifos no son tan antiguos como los evangelios canónicos. Hoy sabemos que los apócrifos fueron redactados en el siglo II, tal vez cien años después de la vida de Jesús, mientras que Mateo, Marcos, Lucas y Juan son del siglo I, muy cercanos al acontecimiento. Por otra parte, los así llamados “evangelios apócrifos” transmiten doctrinas heréticas, y niegan aspectos fundamentales sobre Jesús, cosa que no hacen los evangelios canónicos.
En Qumram se encontraron sobre todo documentos judíos. Y por otra parte, Dan Brown miente cuando dice que la Iglesia escondió los apócrifos. La verdad es que estos libros siempre fueron conocidos y la Iglesia los estudió porque, a pesar de sus errores ofrecen datos sobre los primeros siglos de la historia del cristianismo. Hoy día, estos evangelios apócrifos pueden comprarse en cualquier librería católica.
La blasfemia contra Nuestro Señor. Según la novela, Jesús habría sido un simple hombre, un gran sabio con un mensaje revolucionario. Pero Jesús no habría sido Dios. Se habría casado con María Magdalena, de la que habría tenido una hija y cuyos descendientes vivirían hasta hoy. Esta “verdad” es la que describirían los “apócrifos”, por eso la Iglesia los perseguiría con tanto encono.
Este es el mensaje central de El Código Da Vinci: la negación de la divinidad de Cristo. Con esto, se rechaza de plano la fe de la Iglesia que desde sus inicios ha proclamado a Jesús como Dios, y ha defendido este dogma de fe contra todos los ataques y negaciones.
Los evangelios apócrifos y Jesús. La ignorancia de la novela es patente cuando dice que los “apócrifos” enseñan que Jesús es un puro hombre y que no es Dios, y que se casó con María Magdalena. Los “evangelios apócrifos” pertenecen a una corriente herética de inicios del siglo II llamada “gnosticismo”, que profesa que Jesús, siendo Dios, no es verdaderamente hombre (todo lo contrario de lo que afirma Dan Brown). Por otra parte, ninguno de los apócrifos afirma que Jesús haya estado casado con Magdalena, y mucho menos que haya tenido hijos de ella. Es un invento del autor de la novela.
Una falsa María Magdalena. La novela presenta a María Magdalena como esposa de Jesús. Su vientre es el “Santo Grial”, es decir el receptáculo de la sangre (= descendencia) de Jesús. Indica el autor que Jesús encomendó su Iglesia a María Magdalena, y que en ella se vivía la religión de “la diosa”, es decir, el culto de lo femenino como Dios. Esto también lo describen los “evangelios apócrifos”. Pero la fracción de Pedro (de tendencia machista) triunfó y eliminó a María Magdalena de la escena, ensombreciendo su figura e instaurando un culto machista.
Una vulgar copia. Esta es la parte más llamativa de la novela, y lo que suscita cierta curiosidad morbosa en unos y escándalo en otros. Pero no es sino otra de las mentiras de El Código Da Vinci. Se trata de un tema ya conocido, propuesto en la película Jesucristo Superstar, donde se ve a Magdalena enamorada de Jesús, y en la novela La última tentación de Cristo de Nikos Kazantzakis, obra por la que su autor fue excomulgado. Más aún, la idea de que el Grial es el vientre de María Magdalena, ha sido copiada por Dan Brown de la obra de Michael Baigent, Richard Leigh y Henry Lincoln, El enigma sagrado (1981; ed. española 1997), libro calificado de especulación ridícula, sin sustento científico.
María Magdalena y los Evangelios, incluso los apócrifos. En los Evangelios y en las cartas de Pablo o en los escritos de San Juan podemos encontrar algún dato que señale que Jesús se casó con María Magdalena. Eso no es más que una invención y una mentira más de las muchas que contienes esta obra. El Evangelio es claro en afirmar que Jesús se mantuvo célibe durante toda su vida.
Los “evangelios apócrifos” jamás dicen que Jesús encomendó a María su Iglesia y la religión del culto femenino, por la sencilla razón de que los gnósticos tenían una visión descaradamente machista y denigratoria de la mujer. Para los gnósticos, “toda mujer que se convierta en varón podrá entrar en el Reino de los Cielos” (Evangelio gnóstico de Tomás). Por otra parte, la Iglesia nunca ocultó la figura de María Magdalena.
En los Evangelios canónicos aparece como la primera en ver a Jesús resucitado, y la Iglesia, lejos de denigrarla o enterrarla en el olvido, la ha proclamado santa y le da un culto de veneración. Decir que ha sido esposa de Jesús es de una ridiculez y de una grosería inaceptables.

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