viernes, 6 de noviembre de 2009

Roma y la Fraternidad Sacerdotal San Pío X - ¿Que tenemos que esperar de las conversaciones con Roma?

Reverendos Padres,
Queridos fieles

Es para mí una alegría muy grande y un honor especial poder hablar esta noche para ustedes. Por desgracia no hablo todavía suficientemente su hermoso idioma, de manera que tendré que leer este texto. Agradezco para su comprensión y su paciencia si llego a lastimar sus sensibles oídos por la inadecuada selección de palabras o por el mal acento.
Quisiera poner en relieve estos últimos acontecimientos: nuestra situación en la iglesia, en la Fraternidad y nuestra tarea en la tradición. El tema de la conferencia de hoy es un pequeño resumen de los acontecimientos de las últimas semanas y meses, así como el contacto de la Fraternidad Sacerdotal San Pío X con la curia en Roma. Al mismo tiempo quisiera también presentarles la causa y el tipo de nuestra lucha que es realmente una lucha por la verdadera fe católica. Y, finalmente, que comprendamos que es necesaria la contribución de todos – sacerdotes y laicos –.

La situación actual: Roma y FSSPX
A pesar de que el año aún no llega a su fin, podemos decir sin exageración: es un año muy agitado, el más accidentado en general durante los 40 años de historia de la Fraternidad.
Al inicio del año, el sorprendente decreto del 21 de enero de 2009 referente a la excomunión tan mencionada de los cuatro Obispos de la Fraternidad. Todavía en diciembre no sabíamos si debíamos esperar una nueva excomunión, esta vez universal, o si el ir y venir entre Roma y la Fraternidad llevaría de hecho a la anulación de la excomunión. Dicho de otro modo, debíamos considerar las dos opciones. Fue un paso valeroso e inesperado del papa.
¡Aunque nunca nos hayamos considerado como excomulgados, a los ojos del mundo y en la conducta de los obispos lo éramos! Por eso este decreto no es tanto de importancia para nuestra obra, sino un signo importante ante el mundo y un paso en la dirección correcta: La tradición no se deja excluír a plazo limitado; se necesita una vuelta a las raíces de la fe.
Aunque el decreto no sea completo y esperamos todavía la correspondiente rehabilitación de Monseñor Marcel Lefebvre, sin embargo es un ataque contra la teología modernista y una afirmación indirecta de la crítica sobre el concilio y el tiempo postconciliar. Los obispos lo han entendido muy bien y oponen una resistencia tan intensa contra la fraternidad y sobre todo contra la voluntad del papa por encontrar una solución para la ella.
Lo que quería conseguir el papa Benedicto XVI con este decreto (2. 7. 2009), lo escribe él mismo una vez más en el decreto del 2 de julio: "Por esta decisión quería eliminar el obstáculo que podría haber en la apertura de una puerta para el diálogo en el camino que invita así a los obispos y a la "Fraternidad San Pío X." a reencontrar el camino a la plena comunión con la iglesia."
Repito de nuevo: no nos sentimos en absoluto fuera de la iglesia católica, y tenemos sólo el deseo de servir a ésta y construirla de nuevo. Pero para los obispos estamos fuera de la iglesia – para ellos es así. Por eso se defienden contra los esfuerzos del papa de ir al encuentro de la tradición. Independientemente de las intenciones del papa, de hecho la tradición se ve fortalecida por su afán.
Las lamentables observaciones que hizo Monseñor Richard Williamson sobre el holocausto y la destrucción de los judíos durante la segunda guerra mundial fue para los medios de comunicación en todo el mundo, y para los obispos, sobre todo en Alemania y en Europa, un buen motivo, para hacer impacto no sólo en la Fraternidad, pero sobre todo en el „papa alemán“. Por esta reacción hostil de los obispos, los enemigos de la iglesia se sentían fortalecer en su odio repartido más o menos abiertamente contra la fe católica. Sobre todo los medios de comunicación, pero también los judíos y fuerzas liberales se han juntado y han causado a la iglesia un gran daño, pensemos sólo en la intervención de la canciller federal alemana que ha reprendido públicamente al papa, y esto sólo debido a los judíos. Pero también todos parlamentos europeos como por ejemplo en Francia, Inglaterra y Bélgica se han avalanzado de repente contra el papa.
Los ataques eran tan insolitos y tan duros que el papa se vío, en cierto modo, forzado a escribir una carta de varias páginas al episcopado mundial en la cual se defiende, si bien, cortésmente, sin embargo bastante bien y expresa que él estaba personalmente herido por los ataques. Les doy algunas citas de la carta: „La anulación de la excomunión... ha llevado dentro y fuera de la iglesia católica a múltiples causas para una discusión de una violencia como no la hemos vivido más desde hace mucho."
„En cambio, diferentes agrupamientos acusaban total y abiertamente al papa con querer volver atrás del concilio. Una avalancha de protestas se puso en marcha cuya amargura hacía heridas visibles que continuan en este momento."
„Lo que más me ha afligido es que los cátolicos que deberían comprenderlo mejor, creyeron deber atacarme, estaban listos para saltar sobre mi."
„Disonancias de representantes de esta comunidad "..." Y ¿no tenemos que admitir que también en los círculos eclesiásticos las ha habido? A veces uno tiene la impresión que nuestra sociedad necesita por lo menos un grupo enfrente al cual no tiene que de haber ninguna tolerancia; en el que se puede soltar tranquilamente con el odio. Y quien se atreva a tocar la tolencia - en este caso el papa – corre el riego de perder el mismo el derecho de la tolerancia y podía ser cubierto sin timidez y reserva igualmente con el odio."

La necesidad de las discusiones con Roma
Ya en el decreto de excomunión (21. 1. 2009) el papa había admitido nuestro deseo de conversaciones teológicas y pedía a los cuatro obispos de la Fraternidad, escatimar "ningún esfuerzo para profundizar las discuciones con la Santa Sede en las preguntas todavía abiertas y llegar por ahí a una solución completa y satisfactoria de los problemas existentes".

En la carta a los obispos él anuncia la reestructura de la comisión de Ecclesia Dei: "Con eso debe ponerse claro que los problemas a tratar ahora son esencialmente de naturaleza doctrinal, sobre todo la aceptación del concilio vaticano II y el magisterio postconciliar de los papas concernientes." (Carta del papa, 10. 3. 2009)
Después en el Motu proprio ECCLESIAE UNITATEM (2. 7. 2009) se dirá: "Justamente porque los problemas, que tienen que ser discutidos ahora con la Fraternidad, son en esencia de naturaleza doctrinal..."
A pesar de todo, esta reorganización de la comisión de Ecclesia Dei es sorprendente y rara hasta cierto punto, tanto más que el papa con al redactó ese Motu propio para ocuparse nuevamente esencialmente de nosotros. La comisión de Ecclesia Dei fue fundada el 2 de julio de 1988 para la "tarea de colaborar con los obispos, Dicasterios de la curia romana y los grupos respectivos para fabricar la plena comunión eclesiástica con los sacerdotes, los seminaristas, las comunidades o la gente de orden particular que estaba ligada hasta ahora de forma diferente con la Fraternidad fundada por Mons. Lefebvre...". Es decir, fue fundada para atraer al sacerdote, al seminarista y al laico de nuestra obra a un marco propio y una estructura propia. Todos los fieles saben, como este intento estaba ligado con muchos problemas, y cómo los obispos del lugar han intentado todo para mantener pequeños estos grupos y no promover la antigua misa. Ahora sin embargo en esta "nueva" comisión se trata solamente de nosotros, del contacto con la Fraternidad –no se habla más de los otros grupos, al menos uno tiene esta impresión. Parecería casi así, como si ahora éstas debieran volver de nuevo a nosotros... Causa fastidio a todos estos grupos como la Fraternidad San Pedro, el Instituto del Buen Pastor etc. que 20 años despues de las consagraciones episcopales, la atención continua sobre nosotros. Al menos eso se ve claro: la obra de la tradición se ha vuelto demasiado fuerte como para no verla o para poder esperar la famosa solución biológica “ (la extinción de la obra de la tradición).
Sin embargo ¿Por qué, queridos fieles, estas discusiones? ¿De que se trata?
Seguramente no se trata a dar "clases particulares de teología“ como ha expresado en Alemania el obispo de Regensburg. Tampoco se trata de que quisiéramos cambiar nuestra línea o entender el concilio de otra manera o que quisiéramos acercarnos, aun despacio, a la interpretación del papa con lo cual el concilio y las reformas postconciliares no representan ninguna ROTURA con la tradición, sino que están en la continuidad con la tradición (la tan llamada Hermeneutica de la continuidad). No, no se trata en estas discusiones tanto de nosotros, sino de la iglesia. Ellas son una posibilidad que nos permite explicarnos de frente a Roma y señalar también que nuestra posición está bien fundada. Vamos a Roma por el bien de la Santa Iglesia; discutimos por el amor a la verdad y por el bien de la fe. Estas discusiones no son por un interés privado, sino por el bien de la iglesia y la salvación de las almas.
En esencia se trata de señalar que el Concilio Vaticano II era diferente que los concilios pasados que quería llevarse él mismo de otra manera, como un concilio pastoral, y que por lo mismo no puede exigir un mismo grado de aprovación y sumisión. También se debe señalar que las nuevas doctrinas del concilio están en contraste a la doctrina de la iglesia y al magisterio anterior y por tanto no son católicas. Y, finalmente, se tendrá que discutir los problemas particulares. Trataremos de señalar que hay una crisis en la iglesia que tiene esencialmente su origen en el concilio, en el problema de la nueva liturgia, en la libertad de religión, ecumenismo, una nueva falsa colegialidad.
Se tiene que ser realista y no se puede esperar que estas grandes preguntas sean resueltas en algunas conversaciones. En estas circunstancias esto puede durar mucho tiempo, aún si los teólogos, que el papa ha determinado para las discusiones, tienen buena voluntad y estan abiertos a nuestro punto de vista. Aún en buenas condiciones, otro problema se presenta. Una gran parte en Roma y sobre todo muchos obispos en el mundo, con una disposición hostil a este contacto entre Roma y la Fraternidad, esperan rápidamente un resultado (o sea, que nosotros reconoscámos el concilio y el magisterio actual como tales) y en consecuencia ejercen presión sobre el papa y la opinión pública. Sin embargo hemos dicho siempre : antes de que una solución (acuerdo) práctico con Roma se produzca, queremos mostrar que hay una crisis, dónde está su causa, y que la práctica actual de la iglesia es contraria a su doctrina y su historia.
Mientras tanto, el primer encuentro ya ha tenido lugar, esto fue el 26 de octubre. El próximo encuentro debe tener lugar en enero. Los encuentros están pensados para cada dos meses.
Es manifiesto que el santo padre quiere estas conversaciones y una solución para la fraternidad, Y por esto se ha atraído muchísima oposición. Frente a esto, la reacción de los obispos es muy sorprendente, sobre todo en Alemania, nos hacen pensar al huracan de la oposición y a la indignación en relación a las ordenaciones en primavera y con las ordenaciones sacerdotales en junio. Ciertos obispos han exigido hasta la excomunión repetida. ¡Sí, el presidente de la Conferencia Episcopal alemana, arzobispo Zollitsch, ha dicho públicamente, que a fines de 2009 la Fraternidad será de nuevo excomulgada!
¿Por qué este odio y este rechazo? Se quisiera pensar que si el papa lo quiere, los obispos tendrían que también estar detrás del papa; ¡ser obedientes a él! ¿Por qué no lo son?
Se produce espontáneamente el símil del buen samaritano en este sentido. ¿Si ellos piensan ya, que estamos excomulgados y fuera de la iglesia, por qué ellos no hacen nada para admitirnos con paciencia de nuevo? Al contrario, ellos hacen todo, alrededor de nosotros por lanzarnos. Ellos no atienden a estos sacerdotes y creyentes, sino que pasan como el sacerdote y el Levita en el símil. Extraño, este comportamiento. Pero esto tiene una causa profunda que tenemos que entender bien.
Además no comprendemos que la crisis continúa – y si es posible continuará todavía por mucho tiempo. Miren, los obispos reaccionan así porque ellos han perdido el „amor a la verdad“. San Paolo habla varias veces de ello, de este amor a la verdad que no es distinto nada como el amor a Cristo, el (único) salvador, el único camino para la salvación: "Yo soy el camino, la verdad y la vida. ¡Nadie viene al padre sino por mí!“
Santo Tomás de Aquino enseña, que la primera consecuencia del pecado fue el deslumbramiento del espíritu y de la razón. Es decir, que son incapaces de reconocer la crisis y su causa, se han vuelto ciegos para ello, y no son capacesde reconocer que esta crisis se ha implantado y ha divulgado en todas partes. La crisis de culto no es simplemente el asunto de Roma o el tema de escándalos particulares, sino que está divulgada en todo el mundo y ha llevado a este descenso masivo de culto. Apostasía, Indiferentismo, el cese de una vida cristiana practicada, son generales. Se no va más a la iglesia, no hay más vocaciones, y las iglesias tienen que ser vendidas. No sólo en Europa, en todas partes. Sólo un ejemplo: Guatemala. Hasta hace aproximadamente 20 años prácticamente el 100% de los habitantes eran católicos. En 2004 el cuarenta por ciento de los católicos dejaron la iglesia católica para unirse a las sectas; ahora, en 2009 es ya más del 60 por ciento. ¡En cinco años más del 20 por ciento han perdido la fe! Dentro de pocos años no habrá más católicos en este país. Es el fin de la iglesia local visible.
La crisis se ha vuelto general. No se puede hablar más en Francia del „Reinado social de Cristo“ – de la verdad, que hay sólo una verdad, que todas las personas están obligadas a Dios. El estado cristiano es pasado, no exite más. Tenemos enfrentarnos con gobiernos anti-cristianos. En Alemania existen más musulmanes que en toda Canada, la América del Norte y la América del Sur juntas. El Islam es un peligro aún mayor que las sectas protestantes. Y los obispos hacen todo, para que puedan ser construidas mezquitas y en las escuelas se dan clases de Islam. Precisamente en Suiza se ha iniciado una iniciativa contra la construcción de minaretes. Los obispos católicos no han solamente combatido esta iniciativa popular, sino ellos promueven con todos los medios el ecumenismo y las religiones equivocadas, ¡Es increíble!, ellos hacen todo, para que el Islam pueda extenderse. Han perdido el amor a la verdad. Es la crisis. Son las consecuencias del concilio.
Estámos en medio. No podemos decir, esto no nos concierne a nosotros, o ya estamos cansados, sólo porque la crisis dura ya tanto tiempo. Tampoco podemos decir simplemente, „el papa piensa bien sobre la Misa Antigua, así firmamos un acuerdo y tenemos la paz“. Sería una paz equivocada, una paz de cementerio, sería una traición a nuestra fe, a la lucha de la tradición y a la obra de Monseñor. ¿Qué podemos hacer?

Nuestro camino y nuestra tarea
Monseñor Marcel Lefebvre nos ha puesto un ejemplo claro y que alienta. Para él la tan llamada "desobediencia" (en verdad no era sino obediencia frente a la fe) era simplemente un rechazo de la liturgia y la nueva misa. Desde la creación de la Fraternidad (pronto 40 años) la lucha era para él una doble lucha - "se trata no sólo de la misa, sino también de la doctrina", decía él una vez. Es quiere decir una adhesión firme a la tradición, la lucha por la liturgia verdadera y la fidelidad la verdadera fe y está ligada siempre – necesariamente – con una denuncia y rechazo de los errores modernos. Ambos van de la mano. Se sabe que uno no se pueden separar el uno del otro; son los dos lados de la medalla. Con esto no se trata simplemente de una acusación o condena del concilio. Monseñor Lefebvre hablaba siempre del „concilio y sus consecuencias“, así como de las reformas postconciliares. Éstas tienen asimismo un espíritu protestante y no católico.
A pesar de esta lucha doble – para la fe y contra los errores modernos – no impedía a nuestro distinguido fundador el tener presente al mismo tiempo la preocupación por toda la iglesia y la salvación de las almas. A pesar de que él fuera castigado y fuera condenado, mantenía con la Sede romana el contacto por derecho, escribía cartas al papa o iba él mismo a Roma. Todavía en 1987, después del escándalo de Asis, cuando él decía, se no puede hablar con Roma, „Roma ha perdido la fe“, todavía el mismo año fue a Roma presentó al cardenal Gagnon personalmente una propuesta para una solución canonica para la Fraternidad. Para la tan mencionada solución canonica él ponía siempre dos condiciones: que podemos continuar nuestra obra exactamente como hasta ahora, sin dependencia de los obispos de lugar, y exigía en segundo lugar la protección de Roma ante de la resistencia esperada de los obispos, es decir por una comisión en Roma dónde la tradición debía tener mayoría de los miembros.
Ustedes verán que si comienzan ahora las negociaciones con Roma, no es absolutamente nada nuevo. Sin embargo al mismo tiempo no puede haber ninguna solución, mientras no sea absolutamente claro que nuestra obra permanece independiente, para la protección de la fe y la tradición. La fidelidad por la fe es verdaderamente más importante que la fidelidad a la letra o a la ley.
Es decir que si bien las discusiones teológicas son importantes y un testimonio claro para nuestra fidelidad el magisterio y la Santa Iglesia. Sin embargo lo que se necesita todavía mucho más, es nuestra oración, nuestros sacrificios y nuestro ejemplo. Monseñor Lefebvre estaba convencido que Roma puede ser convencida al fin y al cabo sólo con los hechos (obras).
Las cifras, vocaciones, familias numerosas, la extención de la obra y sobre todo el buen ejemplo es esto lo que convencerá a las autoridades de la necesidad de la tradición y la vuelta a la verdadera fe. Las discusiones son una cosa, pero nuestro testimonio es también importante. Cristo lo ha dicho frente a Pilato: „He venido al mundo para dar testimonio de la verdad. Y vos daréis testimonio, porque sois mis discípulos.“
¡Se no puede servir a dos señores! Es importante que ustedes comprendan esta lucha inicial y la retomen nuevamente. Como que uno tiene aquí la impresión de que el celo por el combate se estanca la gente se ha cansado de oponer continuamente resistencia. Se quisiera permanecer ya católico y celebrar la verdadera liturgia vieja, pero al mismo tiempo no se quisiera llamar la atención y ser difernte para el mundo. Pero esto no va. Quién cree hoy realmente y quiere vivir de modo cristiano, él no podrá hacer todo como en el mundo, y ante todo no debe dejarse contaminar por el espíritu del mundo. Esto se mostrará en el comportamiento, con la moda, en la manera de vivir, en la familia, en relaciones con los bienes y los medios técnicos de este tiempo.
Esto es válido sobre todo para la juventud, pero es también un llamado a las familias. Mire los frutos magníficos y muchas vocaciones en los primeros años de la tradición: en Mexico, Colombia, también aquí, muchos grupos, que han comenyado la lucha con entusiasmo, y de esto se han producido muchas vocaciones y entradas en los conventos. Este entusiasmo nos falta hoy un poco. Quizá uno piensa a menudo: „Es hermoso, pero no es para mí, es para los otros.“ No, en Ti depende, es un compromiso particular.
Podríamos necesitar así muchas fuerzas, en el Brasil, aquí, pero también en el norte del distrito. P. Bouchacourt, el superior del distrito, se queja siempre de tener pocos sacerdotes. Pero necesitaríamos también vocaciones religiosas, hermanos religiosos, religiosas, Oblatas. ¿Por qué no tenemos aquí prácticamente ningunas vocaciones de hermanos? Fuí hace algunas semanas a los EE.UU. y he predicado allá a nuestros hermanos de la Fraternidad, en Pheonix, Arizona, eran en total doce. Y les he dicho: „¿Por qué este gran país, con muchas familias católicas, con muchos jóvenes, sólo tiene doce hermanos religiosos? ¿Tendríais que ser mucho más?“ ¿Por qué tan pocos pueden entusiasmarse con el gran ideal de la imitación de Cristo? El materialismo nos ha contaminado ya, y ¿nos hemos acostumbrado ya a la crisis?
He mencionado hace un momento Guatemala. Tenemos allá desde hace 20 años un Priorato, tres sacerdotes ejercen su apostolado allá. ¡Pero no tenemos ningúna vocación sacerdotal de este país antes católico! Esto puede tener muchas causas, y no tenemos el tiempo de discutir sobre ello, pero digo totalmente en general y sin reproche: no es normal, algo no anda bien.

Seguramente tenemos que rezar más; rezar también en el gran deseo de la iglesia, por la propagación de la fe, por el regreso de las autoridades a la verdaderafe, por la salvación de las almas. Es lo primero y lo más importante. Por eso nuestro Superior General ha llamado a una nueva cruzada de rosarios. Con nuestras fuerzas no podemos superar la crisis, allí la ganadora en todas las batallas del Dios“, la Santísima Virgen María, tiene que acudir en nuestro auxilio „. Y ella acude en auxilio de nosotros si se lo pedimos. Tengamos esta confianza y recen con empeño el rosario en sus familias.
Pero esto necesita también el testimonio personal, el ejemplo de los sacerdotes, los padres, los fieles. Ellos no pueden hacer nada mejor que colaborar al reino de Dios y ayudar a la salvación de las almas. El Papa Pío XII lo decía así en la encíclica sobre la iglesia: „Es un secreto que causa escalofrío pensar que la salvación de muchas almas depende de nuestras oraciones y nuestros sacrificios.“ Mucho más importante que la discusión infinita y estéril sobre el sentido y objetivo de las negociaciones con Roma es el testimonio de la vida cristiana. Esfuércense por educar a sus hijos de modo cristiano y en el espíritu de sacrificio, ayuden a los sacerdotes en el catecismo y en el trabajo de parroquia, y alienten a sus hijos de ponerse al servicio de la iglesia. Dios llama ahora tantos jóvenes como antes. Pero es más difícil oír el llamado, hay tanto ruido, tanto distracciones, muchas tentaciones. Qué responsabilidad para los padres católicos si ellos tienen hijos llamados por Dios, pero los hijos no pueden oír el llamado de Dios. (Es tonto y equivocado si ahora en todas partes en todo el mundo de la tradición nuestros jóvenes se enamoran tan temprano, a los 17 o 18 años. Ellos no son aún maduros. Y sobre todo ellos tienen que examinar primeramente la pregunta de la elección de estado. ¡Qué responsabilidad para de ustedes, queridos padres! Finalmente, tienen que comprender que la alma de sus hijos es más importante que el cuerpo, que una buena carrera profesional y mucho dinero.)
Qué alegría sin embargo también de rezar por este deseo de las vocaciones y hacer todo, para que los propios hijos dejen todo y sigan a Cristo. ¡No hay nada más hermoso en este mundo! Ellos tienen que hacer aquí en la América del Sur, en su Priorato y en su capilla, en su familia y con sus parientes, hay que hacer todo para que tengamos más vocaciones y que la verdadera fe puede extenderse. Este servicio en el bien comunes, como se dice ahora, así en la iglesia y la sociedad, es su gran tarea. Ayuden, les pido muy insistentemente.
Acabo con la hermosa anécdota del gran emperador Conrado que mando construir la magnífica catedral en Espira en el XII siglo. Un día visitaba las talleres de construcción y se encontró con un grupo de canteros. Allí le preguntaba al primero: „¿Que haces?“ Éste respondió, labro la piedra.“ – esta bien, pero hay más. Le pregunta a otro: „Y ¿que haces?“ „Alimento a mi familia.“ – eso ya es mucho más... Y le pregunta a un tercero: „¿Que haces?“ „Contruyo la catedral.“ Esto lo es que debemos hacer, reconstrír la Iglesia. Les agradezco su atención.
R.P. Pfluger, Asistente del Superior General
Conferencia en América del Sur - Noviembre de 2009

NUESTRO AMOR POR DIOS

El amor de los hombres hacia Dios tiene su origen, su progreso y su perfección en el amor eterno de Dios hacia los hombres; así siente unánimemente la Iglesia, nuestra Madre, la cual, con un celo ardiente, quiere que reconozcamos que nuestra salud y los medios de llegar a ella provienen únicamente de la misericordia del Salvador, a fin de que lo mismo en la tierra que en el Cielo, a Él solo sea dada la honra y la gloria (1 Tim., 1, 17). ¿Qué tienes que no hayas recibi­do?, dice el divino Apóstol (1 Cor., 4, 7), hablando de los dones de ciencia, de elocuencia y de otras cualidades semejantes de los pastores de la Iglesia; y si lo has recibido, ¿por qué te glo­rías como si no lo hubieses recibido? Todo es, pues, cierto, lo hemos recibido de Dios, pero muy particularmente hemos recibido de Él los bienes sobrenaturales del santo amor. Pues si los he­mos recibido, ¿por qué pretendemos atribuirnos la gloria de ellos?
Y a la verdad, si alguno quisiera alabarse por haber hecho algún progreso en el amor de Dios: ¡Oh hombre miserable! —le diríamos—; tú yacías en el lecho de tu iniquidad, sin que te quedaran fuerzas ni vida para levantarte, cual sucedía a la princesa de nuestra parábola, y Dios, por su infinita bondad, acudió en tu ayuda, diciéndote: Abre la boca de tu atención, y Yo te saciaré plenamente (Ps. 80, 11); Él mismo puso sus dedos entre tus labios y entreabrió tus dientes, lanzando dentro de tu corazón su inspiración santa, que tú has recibido; después, recobrado ya el sen­tido, continuó con diferentes movimientos y medios fortaleciendo tu espíritu, hasta que finalmente derramó en él su caridad como tu vital y per­fecta salud.
Dime, pues, ahora, miserable: ¿qué has hecho tú en todo esto de que te puedas alabar? Tú has dado tu consentimiento, es cierto; el movimiento de tu voluntad ha seguido libremente al de la divina gracia. Pero todo esto, ¿qué otra cosa es sino recibir la operación divina, y no resistir a ella?; ¿y qué hay en esto, que tú no hayas recibido? ¿Si hasta has recibido la misma recepción de que te glorías y el consentimiento de que te alabas? Porque, dime: ¿no confesarás que, si Dios no te hubiese prevenido, tú no hubieses jamás sentido su bondad, ni, por consiguiente, consentido a su amor? ¿Cómo?, ¡si ni siquiera hubieras tenido un solo pensamiento bueno! (2 Cor., 3, 5).
Su movimiento, pues, ha dado el ser y la vida al tuyo; y si su liberalidad no hubiese animado, excitado y provocado tu libertad con sus podero­sos y suaves llamamientos, tu libertad hubiera permanecido siempre inútil para tu salud. Es cierto que tú has cooperado a la inspiración consintiendo; mas he de advertirte, si por ventura lo ignoras, que tu cooperación ha nacido de la operación de la gracia y de tu libre voluntad jun­tamente, mas de tal modo, que, si la gracia no hubiese prevenido y llenado tu corazón con su operación, jamás hubiese él podido ni querido prestar cooperación ninguna a ella.
Pero, dime de nuevo, hombre vil y abyecto, ¿no obras como un ridículo, cuando crees tener parte en la gloria de tu conversión, porque no has rechazado la inspiración? ¿No es presunción ésta propia de ladrones y de tiranos, pensar que dan la vida a alguno porque no se la quitan?; ¿y no es una impiedad propia de demente furioso pensar que tú hayas dado a la inspiración divina su santa eficacia y actividad, porque no se la has quitado con tu resistencia? No podernos impedir los efectos de la inspiración, pero tampoco dár­selos: ella trae su fuerza y su virtud de la bondad divina, que es su origen, y no de la voluntad humana, que es su término.
¿No nos indignaríamos contra la princesa de nuestra parábola si se gloriase de haber dado la virtud y propiedad a las aguas cordiales y demás medicamentos, o de haberse curado ella misma, alegando como razón que si ella no hubiese recibido los remedios que el rey le dió y derramó en su boca, cuando, ya medio muerta, apenas le quedaba sentido, no hubieran ellos producido resultado alguno? Es verdad —le diríamos— que podías, procediendo cual una ingrata, obstinarte en no recibir los remedios, y, aun después de recibidos en tu boca, arrojarlos; mas no es verdad, sin embargo, que tú les hayas comunicado su fuerza o virtud, porque ellos la tenían por su propiedad natural; tu parte se ha reducido a consentir en recibirlos y en permitir realizasen su acción. Pero jamás hubieras consentido, si el rey no te hubiera primero reanimado, e instado después a tomarlos; y todavía no los hubieras reci­bido. si él no te ayudara a ello abriendo tu pro­pia boca con sus dedos y derramando en ella el precioso licor. ¿No serías, pues, un monstruo de ingratitud al quererte atribuir un bien que por tantos motivos debes a tu amado esposo?
San Francisco de Sales - “Tratado del amor de Dios”.