martes, 21 de octubre de 2008

LA CURIOSIDAD

Sermón - Domingo XXIII después de Pentecostés

Hemos hablado hace algún tiempo sobre la soberbia: vimos que es un pecado abominable; que todos tenemos, al menos, un poco de él, en nuestros pensamientos, palabras, y acciones. Vimos también como Dios detesta este pecado:
“No morará en medio de mi casa el que obra con soberbia” (Salm.100,7)
“En donde hubiere soberbia, allí habrá también deshonra” (Prov.14,3)
“La soberbia es aborrecible a Dios y a los hombres” (Si.10,7)
“El principio de todo pecado es la soberbia: quien la tuviere será lleno de maldición, y al cabo le transformará” (Si.10,15)

SAN BERNARDO ENUMERA DOCE GRADOS DE SOBERBIA: Curiosidad, ligereza o inconstancia del alma, alegría necia, jactancia, singularidad,
arrogancia, presunción, defensa de los pecados, confesión simulada, rebelión, libertad de pecar y costumbre de pecar. TRATAREMOS DE VER, poco a poco, cada uno de estos grados de soberbia. TRATEMOS DE TENER CUIDADO, y reconozcámoslos, para irnos guardarnos de ellos. Si no lo hacemos, uno sin darse cuenta podría ir subiendo éstos grados de soberbia rápidamente y llegar a los más altos, lo cual podría significar la pérdida de nuestra alma.
Recuerden EL EJEMPLO TERRIBLE de cómo alguien escaló rápidamente por estos grados de soberbia, es Simón Mago, y su fin fue más terrible todavía:

EJEMPLO: SIMON MAGO
Curiosidad.- Le llamó mucho la atención los milagros de los apóstoles, y se puso a averiguar cual sería la causa de los grandes poderes que tenían
Confesión simulada.- No se había arrepentido de sus pecados, y recibió hipócritamente el bautismo
(Ambición de poderes).- Ofreció dinero a San Pedro con tal de tener también el poder de hacer descender el Espíritu Santo. Y por lo tanto de hacer milagros.
Singularidad.- Quería atraer a la gente con sus magias y hechicerías.
Jactancia, arrogancia y presunción.- Muchos romanos fueron engañados por sus magias y lo consideraban una deidad. Dicen que incluso el mismo emperador Claudio ordenó fundir una estatua del mago, en la que se leía la inscripción “A Simón, el Santo dios,”
Rebelión contra Dios.- Dicen que él mismo se hacía llamar el Cristo y por eso, fue castigado con una muerte muy terrible en presencia de muchos.

Queridos fieles, ¡QUÉ TERRIBLE ES LA SOBERBIA! , hasta donde puede llegar uno en su ceguedad.
Por eso, comencemos a combatirla, incluso desde sus manifestaciones más simples, como lo es el primer grado de soberbia: LA CURIOSIDAD.

Veamos 5 pequeños puntos:
1) Ejemplo inicial (de la Sagrada Escritura)
2) Lo que dice un santo sobre la curiosidad (San Bernardo)
3) La definición propia de la curiosidad (Santo Tomás)
4) La curiosidad es un vicio terrible
5) Mortifiquemos la curiosidad

1) EJEMPLO INICIAL(Sagrada Escritura):
En el libro del Génesis se lee lo que le pasó a LA MUJER DE LOT, en parte por ser curiosa:
Dios le había dicho a Lot que tomara a su mujer y a sus dos hijas, y que salieran de la ciudad, que huyeran, no sea que perecieran. Y LES DIJO QUE NO MIRARÁN ATRÁS. ¿Y qué pasó? Lo dice la Sagrada Escritura: “Más la mujer de Lot miró hacia atrás y se convirtió en estatua de sal.” (Gén. 19, 26)

Vean, queridos fieles, lo que le pasó a esa mujer por curiosa. Dios la castigó para que nosotros aprendiéramos que hay que obedecer lo que Dios nos manda. Es cierto que esa mujer fue castigada por su desobediencia, por su apego a la ciudad, pero ¿por qué desobedeció? Desobedeció incitada por la curiosidad.
En el libro de la Sabiduría (10,7) , se lee que esa estatua de sal aún existía, y la gente la podía ver “como testimonio de un alma incrédula”.

2) LO QUE DICE UN SANTO SOBRE LA CURIOSIDAD (San Bernardo):
La curiosidad hace que nos guste andar por muchas partes, y ya estemos sentados, o de pié, todo es mover los ojos de aquí para allá, y prestar oídos para todo lo que se dice. La persona que hace esto, demuestra con esta agitación una enfermedad del alma, y que le hace menos circunspecto, más descuidado de sí y de sus cosas, y más atento para las ajenas.
Como esta alma se desconoce a sí misma, se sale de sí y comienza a usar de todos sus sentidos y facultades para mirar y curiosear lo que pasa en el mundo exterior.

“Oye, tú, curioso, escucha a Salomón, escucha lo que te dice el Sabio: <>, como quien dice: vigila todos tus sentidos, custodia el mayor tesoro que es el amor y la gracia de Dios. ¿a dónde vas tú, curioso, cuando te apartas de ti? ¿a qué guarda te confías cuando te dejas abandonado? No debes mirar a todas partes, a la tierra debes mirar para aprender a conocerte; ella te pondrá ante los ojos que eres polvo y en polvo te has de convertir”

San Bernardo dice que EL CURIOSO IMITA A DINA, A EVA Y AL PROPIO SATANÁS.

DINA, por curiosa, salió por el campo, y ello fue causa que la raptaran y le robaran la virginidad.
“¿Que necesidad tenías, Dina, de irte a mirar a las mujeres extranjeras?
¿qué te importaban a ti? ¿la curiosidad sola guió tus pasos?
¡quién iba a pensar que tu ociosidad curiosa, o tu ociosa curiosidad, iba a ser no vana, sino perniciosa, no sólo para ti y para tu familia, sino también para tus enemigos!”

¡También tú, EVA, estabas bien en el Paraíso, después te iban a llevar al cielo!
Todos los frutos del paraíso eran para ti, menos los del árbol del bien y del mal.
¿por qué entonces te recreabas en mirar lo que no te era lícito comer?

Si Eva dijera: ¿pero qué no puedo mirar a donde me plazca? Le respondería San Pablo: “todo me es lícito, pero no todo me es conveniente” El mirar no es necesariamente pecado, pero sí es ocasión de pecado.

Eva, ¿por qué quisiste probar bocado de ese fruto prohibido, que además sabía muy mal?
En parte por curiosidad, el árbol prohibido era el árbol de la ciencia del bien y del mal,
¡PERO EVA, NO DEBÍAS DE SABER MÁS DE LO QUE CONVENÍA SABER! Así, primero, la curiosidad atacó a Eva. Y Cuando la serpiente dijo: si comes, “de ninguna manera morirás”, se acrecentaron entonces los deseos de Eva, luego se excitó la gula, después la codicia con el “seréis como dioses”; y después terminó por desobedecer y comer del fruto prohibido.

“¡MALDITA CURIOSIDAD, QUE TE HIZO PERECER A Ti, a Adán, y a tus descendientes!
Por tu culpa, nacemos para morir, es más, antes de haber nacido, ya estamos muertos (pues somos concebidos sin gracia de Dios).”

Y EL CURIOSO IMITA TAMBIÉN AL MISMO SATANÁS.
“Eras imagen de Altísimo, colocado no en el paraíso terrenal, sino en las delicias del mismo paraíso de Dios, ¿qué más podías desear y apetecer?
Estabas lleno de sabiduría, y eras perfecto en hermosura,
¡no busques cosas más altas que tú, ni ambiciones lo que está por encima de tus fuerzas!
¡quédate en ti mismo, no pretendas elevarte a mayores grandezas!
PERO NO HACES CASO, Y DIRIGES curiosas miradas a quien es más alto que tú, y dices: “pondré mi trono allá arriba, y seré semejante al Altísimo”. ¿ADÓNDE TE LLEVÓ TU CURIOSIDAD, desgraciado? Te llevó a una gran presunción. Fue el comienzo de tu perdición y la de los tuyos. “SI EL ÁNGEL CAYÓ, FUE POR DEJARSE LLEVAR DE LA CURIOSIDAD, porque primero miró curiosamente, lo que después deseó ilícitamente y esperó conseguir presuntuosamente”.

3) DEFINICIÓN:
VANACURIOSIDAD.-
“Consiste este vicio en un instintivo deseo de conocer lo oculto y secreto de cualquier género, sintiéndose poderosamente instigada el alma hasta conseguirlo. Basta que una cosa, por insignificante que sea, tenga el tinte del secreto y del ocultamiento, para que el deseo se vea apremiado, ansioso e instigado”. “Es una inclinación a satisfacer nuestra necesidad natural de saber, mediante conocimientos inútiles, peligrosos o malos.”

SANTO TOMÁS:
El hombre tiene una inteligencia dada por Dios cuyo objeto es conocer la verdad.
La inteligencia quiere conocer la verdad, y la verdad es en sí buena.
En lo que puede haber desorden es en el apetito, en el gusto desordenado por conocer las verdades, por conocer las cosas.
HAY 4 MANERAS EN QUE ESTA CURIOSIDAD POR CONOCER ES DESORDENADA:
a) Cuando uno se dedica a estudiar, o a curiosear en cosas menos útiles (o inútiles) y por ello se descuida el estudio de las cosas más importantes que a uno le incumbe por necesidad.
“No escudriñes con ansias las cosas superfluas” (Ecli.3,24).
b) Cuando uno se pone a curiosear cosas malas (en cuanto a la fe, a la moral, etc.).
c) Cuando lo que uno quiere saber, no lo está refiriendo a la gloria de Dios y al provecho del prójimo (querer enterarse de chismes, críticas, murmuraciones).
d) Y cuando uno quiere saber cosas que están sobre su capacidad, ya que por esto los hombres caen en muchísimos errores.
“No busques lo que es sobre tu capacidad, ni escudriñes aquellas cosas que exceden tus fuerzas; sino siempre piensa en lo que te tiene mandado Dios, y no seas curioso de sus muchas obras” (Ecles. 3,22)
“Muchas cosas se te han enseñado que sobrepujan la humana inteligencia. A muchos sedujo la falsa opinión que formaron de ellas” (Ecles. 3,26)

4) LA CURIOSIDAD ES UN VICIO TERRIBLE
“La curiosidad es hija de la imaginación loca y desordenada; la hermana de la curiosidad es la inquietud. Por eso, la persona curiosa, es inquieta y desordenada.
En todos los estados, clases y condiciones existe este maldito vicio de la curiosidad”.
ES UN VICIO MUY ODIOSO que a veces trae funestas consecuencias, y acarrea al alma muchísimos y grandes males. MUCHAS VECES, AL SATISFACERSE LA CURIOSIDAD, uno encuentra el veneno que causa la muerte del alma (como le pasó a Eva y a Satanás);
OTRAS VECES, al curiosear, el alma recibe profundas puñaladas, arrepintiéndose después de haber curioseado (como le pasó a Dina).

LA CURIOSIDAD DESPIERTA PASIONES TERRIBLES. ES SOBRE TODO, UN VICIO DE LAS MUJERES, que llega a inocular con su veneno a miles de corazones. Mucho cuesta a las mujeres dominar este natural instinto de la curiosidad. Que nace y crece con ellas, desarrollándose en toda su extensión cuando no se le combate por medio de las virtudes morales.
SÓLO LA VIRTUD ES CAPAZ DE MODERAR LOS BRÍOS DE LA CURIOSIDAD, sólo la santidad llega a dominarla; digo a dominarla, no a matarla, porque la curiosidad sólo muere cuando muere la criatura.
GRAN TRIUNFO HABRÁ CONSEGUIDO LA MUJER QUE LLEGUE A DOMINAR LA CURIOSIDAD, y crea entonces que ha dado un gran paso en la vida espiritual, pues donde reside la curiosidad, es imposible que exista la acción y santa quietud del Espíritu Santo.”.

5) MORTIFICACIÓN DE LA CURIOSIDAD:
· VISTA:
- Cerrar los ojos ante todo a todo espectáculo peligroso (T.V, Internet), e incluso tener la valentía de cerrarlos a todo espectáculo vano e inútil (Novelas, diversos programas televisivos). Ver sin mirar; no fijarse en nadie para discernir su belleza o fealdad.
- Por la inmortificación de la vista se derrumbaron hombres que parecían de una virtud inquebrantable. Por ejemplo, el REY DAVID (2 Rey.11,2-4) Por eso, sin el control de la vista es muy difícil mantenerse en el camino de la virtud y aún en el simple estado de gracia.
- Muy bien lo comprendió el Santo Job, que “hizo pacto con sus ojos de no mirar doncella alguna”(Job.31,1) (SAN LUIS GONZAGA, incluso, no quería levantar su mirada para ver a su mamá).
- Con esta mortificación de la vista no sólo se evitan pecados de impureza, sino también, según lo dice San Juan de la Cruz, la curiosidad de los ojos produce vanidad de ánimo, codicia, descompostura exterior e interior, envidia.
- Es bueno saber privarse también, a veces, de los espectáculos interesantes y honestos: es el medio para adquirir dominio sobre el sentido de la vista y sobre los demás sentidos. (SAN JUAN BOSCO, preparaba con sus niños, obras de teatros para las fiestas importantes, después de muchos ensayos, llegaba el gran día de la fiesta, y se desarrollaba la obra de teatro, la gente estaba feliz, cuando se acercaban los momentos culminantes de la obra, los de mayor emoción, alguien vio a San Juan Bosco bajar la mirada…)
· OÍDO:
- No dar oído a los chismes, burlas, críticas, sospechas y murmuraciones. Es el medio de no cooperar al pecado de los que hablan mal, y de frenar sus tristes repercusiones.
· LENGUA:
- No preguntar a los demás sobre chismes, pecados, acciones sin interés del prójimo.
- Recordar que de toda palabra vana daremos cuenta a Nuestro Señor.
· IMAGINACIÓN:
- Mortificar la imaginación cuando uno comienza a pensar cosas sobre las demás personas (pecados, acciones, defectos).
· INTELIGENCIA:
- Debemos prohibirnos las lecturas frívolas, las novelas, el estudio de cosas malas o peligrosas; de las lecturas inútiles o de pura curiosidad;
- y también debemos controlar el tiempo que pasamos leyendo el periódico o escuchando las noticias. (Todas estas cosas dañan el recogimiento, la unión con Dios, y nos hacen perder un tiempo que debemos íntegramente a Dios).

CONCLUSION
Sí, Queridos fieles, LA CURIOSIDAD, PRIMER GRADO DE ORGULLO, vicio terrible que puede ocasionar terribles consecuencias.
NUNCA OLVIDEN LO QUE LE PASÓ AL REY DAVID, a la esposa de Lot, a Dina, escarmentemos en carne ajena.
PRACTIQUEMOS ESTA MORTIFICACIÓN BÁSICA de la curiosidad que hemos indicado.
Ó también, COMO DICE UN AUTOR:
“EL REMEDIO GENERAL para toda curiosidad es el recogimiento exterior e interior del corazón, unido a un amor muy grande a Dios, porque el que ama a Dios con todo el corazón, no se ocupa ni se entretiene en cosas insignificantes, no anda por allí curioseando; sino que directamente busca y se lanza a agradar a Dios de la manera más perfecta que le permiten sus fuerzas.

RECUERDEN TAMBIÉN EL PRIMER GRADO DE HUMILDAD, que se opone a la curiosidad, el cual es: mirarse uno mismo, y reconocer en nosotros nuestra propia miseria.
Sí, pensemos frecuentemente en lo pecadores que hemos sido, en lo pecadores que aún somos, en lo pecadores que podríamos llegar a ser, si Dios lo permitiera; Y ESTE SÓLO PENSAMIENTO NOS AYUDARÁ A MANTENERNOS en una humildad básica; Y ASÍ, NO ANDAREMOS CURIOSEANDO POR ALLÍ; no andaremos buscando la pajita en el ojo de nuestro hermano, pues bien sabremos que nosotros tenemos grandes vigas en nuestro mismo ojo, QUE HABRÁ QUE QUITAR PRIMERO, para así poder ver claramente, y ayudar mejor a nuestro prójimo.

jueves, 16 de octubre de 2008

LAS MALAS CONVERSACIONES

Domingo XXII después de Pentecostés - Octubre del 2008

Queridos fieles, continuemos estudiando los pecados de la lengua, ahora veamos otro pecado muy común: LAS MALAS CONVERSACIONES.
¡CUÁNTAS MALAS CONVERSACIONES SE VOMITAN CADA DÍA! Palabras deshonestas, charlas inmundas; chistes groseros, chistes picantes, Palabras y chistes de doble sentido, comentarios morbosos; ¡Y cuán extendido está este pecado por el mundo!, pues estas malas conversaciones y palabras obscenas se profieren por toda clase de personas:
Tanto por los jóvenes de baja condición, como por los de de traje y corbata; Tanto por mujeres de mala vida, como por las señoritas de buenas familias; también, y es una lástima decirlo, estas malas conversaciones se oyen tanto de las bocas de adultos y viejos, como también de las bocas de los niños.

¡Qué contento estará el diablo cuando oye proferir semejantes palabras obscenas!
Le parecerá haber destruido la obra de Dios, Pues el hombre y la mujer, que fueron creado a imagen y semejanza de Dios, Con estos pecados, se convierten en imagen y semejanza de las más inmundas bestias, ¡y aún peor que ellas!

Y aunque estas obscenidades que se dicen sean sólo de palabra, y no se lleven a cabo en la obra,
Tanto sólo por haberlas dicho, ya se ha ensuciado y empantanado el corazón, de la misma forma como si se hubiesen cometido, y así, se hacen reos del pecado terrible de fornicación, ó de adulterio, ya sea natural ó antinatural, dependiendo de lo que se haya hablado.

Queridos fieles, No olvidemos la sentencia fulminante de nuestro Dios: “Ni los fornicarios, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los sodomitas…heredarán el reino de los cielos”. (I. Cor. 6,9-10)

Queridos fieles, para tener asco de estos pecados de las malas conversaciones, chistes obscenos y palabras inmundas, veamos algunas consideraciones que nos recordarán el grave daño que se hace con este pecado en las almas del prójimo y también en la misma alma del que las profiere.
1) Las palabras obscenas hacen gran daño al prójimo
2) Las palabras obscenas hacen gran daño a la misma alma del que las profiere

1) Las palabras obscenas hacen gran daño al prójimo
San Agustín, a los que hablan deshonestamente los llama “mediadores de Satanás”, porque donde no puede llegar Satanás con las sugestiones, llegan los impuros con las palabras obscenas que pronuncian.
El apóstol Santiago habla de estas malditas lenguas, y dice que la lengua del impuro es fuego inflamado por el infierno, con el cual quema el obsceno a los demás.
Dios, en el libro del Eclesiástico, habla de un tercer tipo lengua, el cual es aplicable a la lengua de los impuros (Eccl.28,16).
La primera lengua, es la lengua espiritual, la que habla de Dios;
La segunda lengua es la lengua mundana, la que habla de los negocios y riquezas del mundo.
Y la tercera lengua es la lengua del infierno, que es la que habla sobre obscenidades carnales, y ésta es la que pervierte a muchos y hace que se pierdan en el infierno.

El rey David dice que la vida del hombre sobre la tierra está llena de tinieblas y de oscuridad.
Esto quiere decir que el hombre, mientras vive, camina entre tinieblas por un camino resbaladizo, por lo cual está en peligro de caer a cada paso, si no tiene toda la cautela y no mira muy bien por donde camina, con el fin de evitar las caídas, que son las ocasiones de pecar.
Si en este camino tan resbaladizo, hubiese además alguien que se encargase de empujar a los otros para hacerlos caer, sería un milagro que no se cayese en el precipicio.
Pues esto es precisamente lo que hacen aquellos instrumentos del demonio que hablan obscenidades: inducen a los otros al pecado mientras están en este mundo, habitando en las tinieblas, y cercados por una carne tan propensa a este vicio.

Hablando Dios acerca de estos hombres y mujeres con lenguas obscenas dijo: “Sus bocas son sepulcros abiertos” (Salm.5,11)
Y San Juan Crisóstomo añade que: Las bocas de éstos que no saben hablar sino obscenidades, son sepulcros abiertos que exhalan putrefacción, y contaminan todo a su alrededor; de la misma forma que el olor que sale de la podredumbre de los cuerpos amontonados en una fosa, infesta y trastorna a todos aquellos que perciben la hediondez.
Para recalcar todavía más el grave daño que ocasiona la lengua impura, Dios dijo: “el golpe del azote deja una llaga (en el cuerpo); pero el golpe de la lengua desmenuza los huesos”. (Eccl.28,21).
Esto quiere decir que las heridas que causan las lenguas deshonestas penetran hasta los huesos de aquellos que las oyen, por el escándalo que les causan, especialmente cuando se profieren en presencia de personas jóvenes e inocentes.
Cuenta San Bernardino de Sena, que una doncella muy pura, y que vivía santamente, una vez oyó de un joven una palabra obscena,
y fue tal el escándalo que le produjo, que ella quedó terriblemente conturbada; le comenzaron a llegar gran cantidad de malos pensamientos y deseos, de tal manera que llegó a consentirlos,
y después se entregó tanto a la impureza, que dice el santo, que aunque el demonio hubiese tomado carne humana, no hubiera podido cometer tantos pecados impuros como ella cometió.
Queridos fieles, ¿cuál habrá sido el fin de esa doncella, antes pura, que se volvió un demonio?
¿Y cuál habrá sido el fin de ese joven que pronunció esa palabra obscena y la escandalizó?
Seguramente que el fin de ese joven, si no se arrepintió, fue terriblemente peor, pues no olviden lo que Nuestro Señor advirtió: “quien escandalizare a uno sólo de estos pequeños que creen en Mi, Más le valdría que le colgasen al cuello una rueda de molino y lo echasen a lo profundo del mar… ¡Ay del hombre por quien el escándalo viene!” (Mt.16,6-7)

¡Cuántas almas se han condenado por culpa de la lengua impura!
Dios dijo tristemente: “Muchos han perecido al filo de la espada; pero no tantos como por culpa de su lengua! (Eccl.28,22)

En fin, esos hombres y mujeres, cuyas lenguas son un volcán de impurezas, son la ruina del mundo.
Dijo un autor que más daño hace uno sólo de ellos, que cien demonios del infierno, siendo así la ruina de muchas almas; por eso Dios les pedirá terribles cuentas en el día del juicio, y de muchísimos de ellos, Dios podrá decir lo mismo que dijo de Judas: “Más le valiera no haber nacido”.

2) Las palabras obscenas hacen gran daño al alma misma del que las profiere

Podría decir alguno: “¡Pero, padre, esas palabras deshonestas y chistes malos, yo los digo por diversión y sin malicia!”
A ellos, un autor les responde: “¿Con que los dices por diversión? ¡infeliz! Esas diversiones hacen reír al demonio, y te harán a ti llorar eternamente en el infierno.
Porque no sirve decir que tú las dices por diversión y sin malicia, pues cuando profieres esas palabrotas escandalosas y obscenas, es muy difícil que uno no se complazca con las ideas que surgen en la imaginación; pues normalmente resulta de ellas una secreta complacencia, que suele ser semejante a una chispa que puede fácilmente encender la estopa seca. Y de allí, se llega fácilmente a las obras”.

No hay que olvidar que los hombres y las mujeres están todos inclinados al mal, inclinados al pecado; tenemos una naturaleza gravemente herida por el pecado original, recuerden lo que dijo Dios: “los pensamientos del corazón humano se dirigen al mal todos los días” (Gen.6,5)
por eso, y sobretodo en materia de impureza, tenemos que ser muy cautos y prudentes, si no, muy pronto nos hallaremos enredados y enlodados en estos vicios deshonestos, de los cuales será muy difícil salir.
además, nos advierte el Espíritu Santo: “no seas capturado (agarrado) por tu lengua” (Eccl.V,16).
Esto quiere decir: “Ten cuidado de no labrarte con tu lengua una cadena que te conduzca y arrastre a los infiernos”, pues la lengua mancha todo el cuerpo e inflama la rueda de la vida.

Sí, como antes dijimos, la lengua es uno de los miembros del cuerpo que, cuando habla mal, infesta a todos los demás miembros, e inflama y corrompe toda nuestra vida, desde la niñez hasta la senectud; y de allí resulta que los que hablan obscenidades, no saben abstenerse de semejantes conversaciones, aún cuando sean ancianos.
Otra razón más por la que las malas conversaciones hacen daño al alma de los que las profieren, es que se hacen desmerecedores de la misericordia de Dios.

¿Se compadecerá Dios de aquellos que no se compadecen de las almas de los prójimos?
Dijo el apóstol Santiago que será juzgado sin compasión aquél que no tuvo compasión de los demás: “Juicio sin misericordia, a aquél que no tuvo misericordia” (Sant.2,13)

Y los que hablan impurezas no tienen misericordia del prójimo: pues a veces vomitan sus obscenidades tanto a una persona, como a muchas; y cuando mayor es la concurrencia, tanto mayor es el calor y desenfreno con que suelen hablar; y sobretodo las profieren con sus amigos; no tienen piedad ni de sus amigos, pues con esas palabras están más que contaminando y hundiendo las almas de sus tristes amigos.
Y todavía más, a veces dicen sus chistes delante de mujeres, como también delante de los niños;
¡arrasan con todos, no tienen escrúpulos, no tienen pudor, perdieron toda vergüenza!

¡Y hasta se gozan al echarse unas carcajadas para deleitarse sobre el tema impuro que han hablado y de esa manera le dan más fuerza a sus palabras! Si estas personas de lenguas impuras siguen obrando así, ¿podrá Dios tener compasión de ellas?

Por todo esto que hemos dicho, los impuros, con todas sus sucias palabras, están matando, condenando y sumergiendo, cada vez más profundo, a su propia alma;

CONCLUSION

Queridos fieles, cuidémonos mucho de no proferir con nuestra boca palabras deshonestas, ni siquiera las palabras de doble sentido, ni los chistes picantes;
Pues Dios ordenó lo siguiente: “La fornicación y cualquier impureza, ni siquiera se nombre entre vosotros, como conviene a los santos” (Ef.5,3).

Dios nos ha dado la lengua, no para ofenderle, sino para alabarle y bendecirle.
Y por eso nos ha dicho: “Haz una balanza para tus palabras, y un freno bien ajustado para tu boca; Y mira no resbales en tu hablar, por lo cual caigas en tierra…y sea incurable y mortal tu caída” (Eccl.28,29-30)

Pensemos que en nuestras bocas, ha entrado ya muchas veces Nuestro Señor Jesucristo por la santa Comunión, y por eso, debemos precavernos con mayor cuidado de proferir cualquier palabra que contamine la puerta por donde ha entrado y entra Dios a nuestro corazón.

Es más, usemos nuestra boca para hablar como Dios lo quiere: Dios dijo: “Vuestras palabras estén siempre condimentadas con la sal” (Col.4,6) Es decir, nuestra conversación debe ir mezclada con algunas palabras santas que muevan a los demás a amar a Dios y a retraerlos de ofenderle.

¡Feliz la lengua que no sabe sino hablar de las cosas de Dios!

Queridos fieles, hagamos estas cosas, usemos nuestra lengua como un poderoso instrumento para aumentar la gloria de Dios, y para la edificación del prójimo,
pues de esta manera, podremos gozar eternamente de la hermosa gloria que Dios nos tiene preparada.

miércoles, 8 de octubre de 2008

LAS MALDICIONES

Sermón - Domingo XXI después de Pentecostés - Octubre 2008

Queridos fieles, CONTINUEMOS ESTUDIANDO LOS PECADOS DE LA LENGUA;
Ya hemos visto la mentira, las malas palabras, la contumelia (injuria al prójimo estando él presente) y la difamación (hablar mal del prójimo en su ausencia);
AHORA HABLEMOS DE OTRO PECADO MUY COMÚN no sólo en el lenguaje de la antigüedad, sino en las gentes de todos los tiempos,
sobretodo en medios vulgares y entre mujeres malhabladas, me refiero a la MALDICIÓN.

¡CUÁNTAS MALDICIONES SE VOMITAN CADA DÍA!
UN AUTOR ESCRIBIÓ: “Por el mundo, no se oyen sino maldiciones del marido contra la mujer, de la mujer contra el marido, maldiciones de los papás y mamás contra los hijos, de los hijos contra los papás; El vecino maldice a sus vecinos, el jefe a su empleado y el empleado a su jefe; En una palabras, todo está lleno de maldiciones”
SE MALDICE la lluvia, el frío, el calor;
se maldice al perro que ladra, a la mosca molesta, al mosquito que pica;
se maldicen las plantas, las frutas, los objetos;
se maldicen las llaves, que no quieren abrir la cerradura;
Se maldice al “Mouse” que no quiere funcionar;
¡HASTA SE MALDICEN los huecos de la calle!
EN UNA PALABRA, casi nadie ni nada se escapa de ser maldecido.
Y sin embargo, Dios dijo: “Bendecid y no maldigáis” (Rom.12,14) “Ni los fornicarios, ni los adúlteros, ni los MALDICIENTES, poseerán el reino de Dios”. (I. Cor. 6,9-10)

QUERIDOS FIELES, ES NECESARIO EXTIRPAR YA DE NOSOTROS este pésimo hábito de la maldición, si no queremos nosotros correr el riesgo de ser arrojados al lago de fuego y azufre, donde se lanzarán terribles maldiciones, unos contra otros, las cuales durarán por los siglos de los siglos.

POR ESO, PARA CONOCER MÁS ESTE PECADO Y LUCHAR CONTRA ÉL, veamos los siguientes puntos:
1) ¿Qué es la maldición y cuántos tipos hay de ella?
2) Veamos cuánto mal se hace con la maldición
3) ¿Y qué tan grave pecado es maldecir?


1) ¿QUÉ ES LA MALDICIÓN Y CUÁNTOS TIPOS HAY DE ELLA?
Recordemos que hay varias maneras de ofender al prójimo con nuestras palabras:
i) si las malas palabras dañan el honor del prójimo, el pecado se llama CONTUMELIA (Cuando uno insulta a otro en su cara);
ii) si las palabras dañan la fama del prójimo, entonces el pecado se llama DETRACCIÓN ( ó Difamación)
iii) y si las palabras dañan la prosperidad de otro, el pecado se llama MALDICIÓN (cuando alguien con sus palabras le desea un mal a otro);

DEFINICIÓN.- Entonces, maldición es cuando uno profiere un mal contra la prosperidad del prójimo.
HAY TRES TIPOS DE MALDICIONES: la causal imperativa, la imperativa secundaria y la de deseo.
a) MALDICIÓN CAUSAL IMPERATIVA.- Este modo de maldecir le compete principalmente a Dios, cuya palabra causa los males que de un modo imperativo enuncia. Es decir, cuando Dios maldice algo ó alguien, su palabra es completamente eficaz, y por lo tanto, lo que Él maldiga quedará maldito. Tenemos muchos ejemplos de esto en la Sagrada Escritura:
- Después del pecado original Dios le dijo a Adán: “¡Maldita sea la tierra que tú trabajes!” Y desde ese momento, el hombre ha luchado contra la esterilidad de la tierra.
- También, recordemos que Jesús, una mañana, cuando volvía a la ciudad, tuvo hambre; y viendo una higuera junto al camino, se acercó a ella, pero no halló en ella sino hojas. Entonces maldijo la higuera diciendo:
“¡nunca más nazca fruto de ti! Y, al instante, la higuera se secó. Viendo esto, los discípulos, se maravillaron” (Mt.21,18-20).

Los hombres, por sí solos, no pueden proferir maldiciones contra otros de esta forma causal imperativa, sino sólo de forma imperativa secundaria y de deseo.
Por eso, Santo Tomás de Aquino definirá la maldición como: Locución “por la cual se pronuncia un mal contra alguien, imperando o deseando”.

b) MALDICIÓN IMPERATIVA SECUNDARIA.- Es cuando alguien amenaza o manda hacer algún mal a otro, y también, cuando alguien pide a Dios que mande males sobre otros.
POR EJEMPLO, las que la han efectuado los profetas en nombre de Dios, cuando ellos lanzaron maldiciones para cegar las mentes, endurecer los corazones de los hombres y propiciarles males, en castigo de los pecados que habían cometido.
Sólo los santos, por la oración, pueden obtener de Dios castigos para los demás o el cumplimientos de sus imprecaciones.
RECUERDEN LO QUE HIZO EL PROFETA ELISEO: Unos jóvenes se burlaron de él por ser calvo, y entonces él se dio vuelta y los maldijo en nombre de Yahvé; entonces salieron dos osas del bosque y destrozaron a cuarenta y dos de esos muchachos. (IV Rey. 2,23)
También, en este tipo de maldiciones, entran los MALEFICIOS, los cuales son lanzados por brujos, hechiceros ú otras personas, que logran cierta eficacia a sus maldiciones por intervención diabólica.

c) MALDICIÓN DE DESEO.- Es la más común, y como su nombre lo dice, es cuando alguien le desea un mal a otro.
Ejemplos: desear que alguien se muera, que se enferme, que le vaya mal en los negocios, que le vaya mal en la escuela, que corte con su novio, etc.

2) VEAMOS CUÁNTO MAL SE HACE CON LA MALDICIÓN
El que maldice, injuria a Dios, injuria al prójimo, y se hace un gran daño a sí mismo.
a) EL QUE MALDICE INJURIA A DIOS.- El que se irrita hasta prorrumpir en maldiciones, ultraja a Dios, combate sus infinitas perfecciones y quiere usurpar los derechos de su omnipotencia.
Todo pertenece a Dios. ¿Y qué hace el maldiciente en su cólera?
Blasfema contra la Providencia divina, en vez de reconocer que todo está dispuesto por su sabiduría; En lugar de sujetarse a Dios cuando le sucede alguna cosa funesta, y de decir como el santo Job: “Dios sea bendito, hágase su voluntad”, se desenfrena en maldiciones execrables.
Y a veces, el maldiciente, irritado contra alguien, llega a desearle mil veces la muerte, ¡y hasta llega a desear que Dios lo sepulte en el infierno!
¡qué gran injuria para Dios!
El maldiciente no puede destruir a ese hombre, ¡y quiere que Dios sea el ejecutor de su mal intento! ¿se puede tratar más indignamente al Señor y envilecer más su suprema majestad?
b) EL QUE MALDICE INJURIA AL PRÓJIMO.-
Dijo Dios: “será escuchada la imprecación del que te maldijere en la amargura de su alma; y oírle ha su Creador” (Eccli.4,6)
Dios permite algunas veces, que sea oído el que en la amargura de su alma maldice contra su prójimo.
Escribió un autor: “Si el papá maldice a su mujer y a sus hijos, Dios, para castigar al que maldice, podría sacarlos de este mundo cuando el papá más los necesitare. Muchas veces, las maldiciones de los padres y de las madres sobre sus hijos, tienen su cumplimiento”.

San Agustín refiere en libro 22 de la ciudad de Dios un ejemplo bien trágico de esto que venimos hablando: El dice que una madre que tenía siete hijos y tres hijas muy rebeldes, no pudiendo sufrirlos, los llevó un día junto a la pila donde habían sido bautizados, y allí les deseó la maldición de Caín.
¿Cuál fue la maldición de Caín? Pues Dios le dijo: “La voz de la sangre de tu hermano está clamando a Mí desde la tierra. Por eso, andarás maldito, lejos de esta tierra… Fugitivo y errante vivirás sobre la tierra”. (Gén. 4,10 y ss)

Y la maldición de la mamá se cumplió inmediatamente; pues a partir de ese momento, todos sus hijos tuvieron grandes temores y anduvieron errantes de provincia en provincia; Dos llegaron a Hipona, y con la aplicación de las reliquias de San Esteban se curaron, de los otros, no se sabe su paradero.

Si la maldición no tiene siempre su efecto, es porque Dios protege al prójimo de los tiros furiosos del que maldice.

c) EL QUE MALDICE SE HACE UN GRAN DAÑO A SÍ MISMO

ESCRIBIÓ UN AUTOR: “¡Infeliz tú que maldices a tu prójimo! Tú querrías en tu cólera que tus horribles imprecaciones se cumpliesen; más esto no está en tu poder, y tus blasfemias recaerán sobre ti”.
ESTO ES LO QUE ORDINARIAMENTE SUCEDE. Después de haber echado la maldición sobre la mujer, sobre los hijos, sobre los vecinos, sobre los campos, viene a caer sobre su autor. Si alguien se complace en maldecir, la maldición recaerá sobre él.
DIOS MISMO LO DIJO: “Alguien amó la maldición, pues la maldición vendrá sobre él; desechó la bendición, pues la bendición se alejará de él” (Salm. 108,18)


“La maldición lo rodeará como un vestido y estará todo cubierto de ella”.
Aún la maldición es peor que el vestido incómodo; pues el vestido que incomoda se quita; pero no sucede así con la maldición, pues Dios también dijo: “(La maldición), penetrará como agua en el interior del hombre, se introducirá como el aceite en sus huesos, estará todo rodeado de ella, como un cíngulo””.

ESTO QUIERE DECIR QUE EL QUE MALDICE, estará interior y exteriormente expuesto a los tiros de la venganza divina, la cual no perdonará a ninguna parte de su cuerpo, y lo hará todo entero víctima de su maldición y objeto eterno de su justicia.
QUERIDOS FIELES, CON TODO ESTO QUE HEMOS DICHO, ya podemos darnos una idea del grave daño que causa la maldición.

3) ¿Y QUÉ TAN GRAVE PECADO ES MALDECIR?

CLARO ESTÁ, LAS MALDICIONES QUE LANZA DIOS Y LAS QUE DICEN LOS SANTOS EN NOMBRE DE DIOS, no son pecado, sino actos virtuosos de la justicia divina para castigar al culpable, ó actos de su misericordia, para prevenir que el hombre no cometa ciertos pecados graves por temor a incurrir en los castigos divinos.

PERO LA MALDICIÓN PROPIA Y FORMAL, la que se hace imperando o deseando el mal al prójimo, es un pecado grave contra la caridad y también, a veces, contra la justicia.
- Es un pecado contra la caridad al querer el mal del prójimo ó mandar que se lo hagan, pues por la caridad amamos al prójimo y queremos su bien.
El deseo del mal es odio al prójimo.
- Y es un pecado contra la justicia, cuando por nuestra maldición se cause efectivamente algún daño injusto al prójimo.
POR ESO, LA MALDICIÓN ES DE SUYO PECADO MORTAL, y será tanto más grave, cuanto mayor sea nuestra obligación de amar y reverenciar a la persona a quien maldigamos.

DE ALLÍ QUE DIOS HAYA DICHO: “Quien maldiga a su padre ó a su madre, sea castigado con la muerte; caiga su sangre sobre él (Lev.20,9)
POR ESO, TODA PALABRA DE MALDICIÓN QUE VAYA DIRIGIDA A LOS SUPERIORES, sacerdotes, obispos y personas de cierta dignidad, son mucho más graves. Incluso, las maldiciones graves dirigidas a los superiores, aún proferidas sin un deseo verdadero interior, implican falta grave de respeto.
LA MALDICIÓN QUE VA CONTRA DIOS ES GRAVÍSIMA, y es también una blasfemia.


SIN EMBARGO, PUEDE OCURRIR QUE PROFERIR UNA PALABRA DE MALDICIÓN SEA SÓLO PECADO VENIAL:
- ya sea por la pequeñez del mal que uno deseé a otro al maldecirle, (MATERIA LEVE)
- ya sea por los sentimientos del que profiere tales palabras de maldición, cuando lo hace por ligereza, por broma ó por algún aturdimiento de la ira. (SIN PLENA ADVERTENCIA Ó SIN PLENO CONSENTIMIENTO)

LAS MALDICIONES A LOS ANIMALES O SERES IRRACIONALES, en sí mismos, es algo ocioso y vano, y por lo tanto es pecado (normalmente es venial). (ejem: decirle al perro: “muérete”).
Pero las maldiciones a los animales y seres irracionales con relación a los hombres o como posesión de ellos, equivalen al deseo del mal de los mismos hombres. (ejemplo: maldecir la finca de alguien para que no produzca).
Pero maldecirlos como criaturas de Dios, entraña maldición implícita del mismo Dios y blasfemia.

CONCLUSION
Queridos fieles, cuidemos nuestras bocas. Ya no maldigamos a nada ni a nadie.
Tengamos caridad y compasión hacia nuestro prójimo.
En el Evangelio, ¿qué hizo el rey con el siervo malo que no tuvo compasión de su compañero?
Pues lo entregó a los verdugos hasta que pagase la última deuda.
Y Nuestro Señor terminó su parábola diciendo:
“Así hará también con vosotros mi Padre celestial si no perdonareis de corazón cada uno a su hermano”

Queridos fieles, si esto hará el Padre celestial con los que no perdonan, ¿Qué hará con los que además maldicen?
Por eso, queridos fieles, hagamos lo que nos ha pedido nuestro Dios: (Hijitos míos), “¡bendecid a los que os persiguen, bendecid y no maldigáis!... ¡No devolváis a nadie mal por mal, sino venced el mal con el bien!... Así seréis hijos de vuestro Padre celestial, que hace salir el sol sobre buenos y malos”