jueves, 19 de marzo de 2009

ORACIONES A SAN JOSÉ – II

ORACIÓN DEL PAPA LEÓN XIII
A Vos recurrimos en nuestra tribulación, bienaventurado San José, y después de implorar el auxilio de vuestra Santísima Esposa, solicitamos también confiadamente vuestro Patrocinio. Por el afecto que os unió la Inmaculada Virgen María, Madre de Dios, por el amor paternal que profesasteis al Niño Jesús, humildemente os suplicamos que volváis benigno los ojos a la herencia que con su que Jesucristo conquistó con su Sangre y que nos socorráis con vuestro poder en nuestras necesidades.
Proteged, oh prudentísimo Custodio de la Sagrada Familia, el linaje escogido de Jesucristo; preservadnos Padre amantísimo, de todo contagio de error y corrupción, sednos propicio y asistidnos desde el Cielo, poderosísimo Protector nuestro, en el combate que al presente libramos contra el poder de las tinieblas. Y del mismo modo que, en otra ocasión, libras-teis del peligro de la muerte al Niño Jesús, defended ahora a la Iglesia Santa de Dios de las asechanzas de sus enemigos y contra toda adversidad. Amparad a cada uno de nosotros con vuestro perpetuo patrocinio; a fin de que, siguiendo vuestros ejemplos y sostenidos por vuestro auxilio, podamos vivir santamente, morir piadosamente y obtener la felicidad eterna del Cielo. Amén.

ORACIÓN DE SAN PÍO X
San José, nos acercamos a ti con confianza a pedir tu protección. Reconocemos en ti a un poderoso intercesor ante Dios. Te pedimos nos ayudes a nosotros, pecadores, a obtener del Señor toda la gracia y misericordia que necesitamos para trabajar celosamente por el Reino de Dios, y servir a nuestro prójimo en todas sus necesidades. Te lo pedimos por Cristo, Nuestro Señor, Amén.

ORACIÓN DE SAN FRANCISCO DE SALES
Glorioso San José, esposo de María, concedednos vuestra protección paternal, os lo suplicamos por el Corazón de Jesucristo. ¡Oh vos cuyo poder se extiende a todas nuestras necesidades y que sabes hacernos posibles las cosas más imposibles! Abrid vuestros ojos de padre sobre los intereses de vuestros hijos. En las dificultades y la pena que nos apremian, recurrimos a vos con confianza. Dignaos tomar bajo vuestra conducción caritativa este asunto tan importante y difícil, causa de nuestras inquietudes. Has que su feliz solución sea para la gloria de Dios y para el bien de sus fieles servidores. Amen.

ACORDAOS A SAN JOSÉ
¡Acordaos, oh castísimo esposo de la Virgen María y amable protector mío San José!, que jamás se ha oído decir que ninguno haya invocado vuestra protección e implorado vuestro auxilio sin haber sido consolado. Lleno, pues, de confianza en vuestro poder, ya que ejercisteis con Jesús el cargo de Padre, vengo a vuestra presencia y me encomiendo a Vos con todo fervor. No desechéis mis súplicas, antes bien acogedlas propicio y dignaos acceder a ellas piadosamente. Amén.

ALABANZAS A SAN JOSÉ
¡Oh glorioso Patriarca San José! A Vos vengo para veneraros de corazón como al más fiel esposo de la madre de Dios, como cabeza de la familia más santa, como padre nutricio del Hijo de Dios, y como el leal depositario de los tesoros de la Santísima Trinidad. En vuestra persona honro la elección del Padre que quiso compartir con Vos la autoridad sobre su Unigénito Hijo; venero la elección del Hijo divino quien quería obedeceros y recibir su sustento ganado por el trabajo de vuestras manos; la elección del Espíritu Santo, quien os confió su castísima esposa. Os ensalzo porque habéis llevado en vuestras manos al Niño Dios, estrechándole a vuestro pecho, transportado de alegría. Amén.

BENDITO SEAS SAN JOSÉ
¡Bendito seas San José, que fuiste testigo de la Gloria de Dios en la tierra! ¡Bendito sea el Padre Eterno que te escogió! ¡Bendito sea el Hijo que te amó y el Espíritu Santo que te santificó! ¡Bendita sea María que te amó!
Oh gran santo, Padre putativo de Jesucristo, Vos sois un admirable modelo de esta vida espiritual, interior y oculta a que aspiramos con todo nuestro corazón. Bien podemos decir que ella fue el carácter particular de vuestra santidad, y que por lo mismo queréis también ser el protector de todos los que la buscan.
Obtenednos de nuestro adorable Salvador la fortaleza y la vigilancia necesarias para establecernos en ella sólidamente a fin de que habiendo tenido la dicha de participar de la felicidad que tuvisteis en vivir siempre oculto y desconocido al mundo, pero siempre unido a Jesucristo, podamos también tener parte en la gloria que gozáis con Él en el cielo. Amén.

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