1 Bienaventurado el hombre, que no anduvo en consejo de impíos,
y en camino de pecadores no se paró,
y en cátedra de pestilencia no se sentó:
2 Sino que en la ley del Señor está su voluntad,
y en su ley medita día y noche.
3 Y será como el árbol, que está plantado a las corrientes de las aguas,
el cual dará su fruto en su tiempo:
Y su hoja no caerá:
y todo cuanto él hiciere, irá en prosperidad.
4 No así los impíos, no así:
sino como el tamo, que arroja el viento de la faz de la tierra.
5 Por eso no se levantarán los impíos en el juicio,
ni los pecadores en el concilio de los justos.
6 Porque conoce el Señor el camino de los justos;
y el camino de los impíos perecerá.
Luego adapta la comparación, allí donde dice “no se levantarán”, pues son como el polvo. Pero por el contrario, "es necesario que todos nosotros seamos puestos al descubierto ante el tribunal de Cristo" (2 Cor 5). Y asimismo, "Todos resucitaremos" (1Cor 15). Ante ello se puede decir que esto puede ser leído de dos maneras. En efecto, se dice que un hombre resucita propiamente en el juicio, cuando su causa es vista favorable por la sentencia del juez. Así pues, éstos no resucitarán, porque no habrá sentencia a su favor en el juicio, sino más bien en contra; por eso otra variante dice: no podrán ponerse de pie. Pero los buenos sí, pues si bien han sido afligidos por el pecado del primer padre, tendrán una sentencia en su favor. Ni los pecadores se congregarán en el concilio de los justos, pues los buenos se congregarán para la vida eterna, en la que no serán admitidos los malvados.
O bien dice que esto se entiende acerca de la reparación de la justicia, para la que harán reparación en su propio juicio. "Si nos juzgásemos a nosotros mismos, no seríamos juzgados" (1Cor 11). Y sobre esto dice: no se levantarán en el juicio, es decir, propiamente, y sobre esto dice Ef. 5: "Despierta tú que duermes, y levántate de entre los muertos, y te iluminará Cristo" (Ef. 5).
Ahora bien, ciertos hombres son reparados por el consejo de los buenos, pero tampoco de este modo se levantan del pecado los malvados. O los impíos, es decir, los infieles, no se levantarán en el juicio de discusión y de examen, pues según Gregorio algunos serán condenados sin ser juzgados, como por ejemplo los infieles. Algunos no serán juzgados ni serán condenados, es decir, los Apóstoles, y los hombres perfectos. Algunos serán juzgados y serán condenados, es decir, los fieles malos. Así pues los fieles no se levantarán para ser examinados en el juicio de discusión. "Quien no cree, ya está juz-gado" (Jn. 3). Pero los pecadores no se levantarán en el juicio de los juicios, es decir, para ser juzgados y no condenados.
Luego se da la razón por la que éstos no se levantarán en el juicio: “Porque conoce..”. Y habla con propiedad, pues cuando alguien sabe que algo está echado a perder, lo repara; pero cuando no lo sabe, no lo repara. Los justos se pierden con la muerte, pero sin embargo Dios los sigue conociendo. "Dios conoce al que le pertenece" (2Tim 2). Los conoce con un conocimiento de aprobación, y por eso son reparados. Pero puesto que no conoce el camino de los impíos con un conocimiento de aprobación, el camino de los impíos perecerá. “Anduve errando como una oveja que perece: busca a tu siervo, pues no he olvidado tus mandamientos” (Sal 118). “Sea su camino tinieblas y resbaladero” (Sal 34).
Evangelio del Domingo 4º después de Epifanía (Mt. 8, 23-27). En aquel tiempo: Habiendo subido Jesús a una barca, siguiéronle sus discípulos; cuando de pronto se levantó en el mar recia borrasca, hasta el punto de que las olas cubrían la nave; mas Jesús dormía. Acercáronse a Él sus discípulos y le despertaron diciendo: "¡Señor, sálvanos, que perecemos!" Díjoles Jesús: "¿Por que temésis, hombres de poca fe?" Levantándose entonces, mandó a los vientos y al mar, y siguióse una gran bonanza. Entonces los discípulos maravillados decían: "¿Quién es éste, que los vientos y el mar le obedecen?"
y en camino de pecadores no se paró,
y en cátedra de pestilencia no se sentó:
2 Sino que en la ley del Señor está su voluntad,
y en su ley medita día y noche.
3 Y será como el árbol, que está plantado a las corrientes de las aguas,
el cual dará su fruto en su tiempo:
Y su hoja no caerá:
y todo cuanto él hiciere, irá en prosperidad.
4 No así los impíos, no así:
sino como el tamo, que arroja el viento de la faz de la tierra.
5 Por eso no se levantarán los impíos en el juicio,
ni los pecadores en el concilio de los justos.
6 Porque conoce el Señor el camino de los justos;
y el camino de los impíos perecerá.
Luego adapta la comparación, allí donde dice “no se levantarán”, pues son como el polvo. Pero por el contrario, "es necesario que todos nosotros seamos puestos al descubierto ante el tribunal de Cristo" (2 Cor 5). Y asimismo, "Todos resucitaremos" (1Cor 15). Ante ello se puede decir que esto puede ser leído de dos maneras. En efecto, se dice que un hombre resucita propiamente en el juicio, cuando su causa es vista favorable por la sentencia del juez. Así pues, éstos no resucitarán, porque no habrá sentencia a su favor en el juicio, sino más bien en contra; por eso otra variante dice: no podrán ponerse de pie. Pero los buenos sí, pues si bien han sido afligidos por el pecado del primer padre, tendrán una sentencia en su favor. Ni los pecadores se congregarán en el concilio de los justos, pues los buenos se congregarán para la vida eterna, en la que no serán admitidos los malvados.
O bien dice que esto se entiende acerca de la reparación de la justicia, para la que harán reparación en su propio juicio. "Si nos juzgásemos a nosotros mismos, no seríamos juzgados" (1Cor 11). Y sobre esto dice: no se levantarán en el juicio, es decir, propiamente, y sobre esto dice Ef. 5: "Despierta tú que duermes, y levántate de entre los muertos, y te iluminará Cristo" (Ef. 5).
Ahora bien, ciertos hombres son reparados por el consejo de los buenos, pero tampoco de este modo se levantan del pecado los malvados. O los impíos, es decir, los infieles, no se levantarán en el juicio de discusión y de examen, pues según Gregorio algunos serán condenados sin ser juzgados, como por ejemplo los infieles. Algunos no serán juzgados ni serán condenados, es decir, los Apóstoles, y los hombres perfectos. Algunos serán juzgados y serán condenados, es decir, los fieles malos. Así pues los fieles no se levantarán para ser examinados en el juicio de discusión. "Quien no cree, ya está juz-gado" (Jn. 3). Pero los pecadores no se levantarán en el juicio de los juicios, es decir, para ser juzgados y no condenados.
Luego se da la razón por la que éstos no se levantarán en el juicio: “Porque conoce..”. Y habla con propiedad, pues cuando alguien sabe que algo está echado a perder, lo repara; pero cuando no lo sabe, no lo repara. Los justos se pierden con la muerte, pero sin embargo Dios los sigue conociendo. "Dios conoce al que le pertenece" (2Tim 2). Los conoce con un conocimiento de aprobación, y por eso son reparados. Pero puesto que no conoce el camino de los impíos con un conocimiento de aprobación, el camino de los impíos perecerá. “Anduve errando como una oveja que perece: busca a tu siervo, pues no he olvidado tus mandamientos” (Sal 118). “Sea su camino tinieblas y resbaladero” (Sal 34).
Evangelio del Domingo 4º después de Epifanía (Mt. 8, 23-27). En aquel tiempo: Habiendo subido Jesús a una barca, siguiéronle sus discípulos; cuando de pronto se levantó en el mar recia borrasca, hasta el punto de que las olas cubrían la nave; mas Jesús dormía. Acercáronse a Él sus discípulos y le despertaron diciendo: "¡Señor, sálvanos, que perecemos!" Díjoles Jesús: "¿Por que temésis, hombres de poca fe?" Levantándose entonces, mandó a los vientos y al mar, y siguióse una gran bonanza. Entonces los discípulos maravillados decían: "¿Quién es éste, que los vientos y el mar le obedecen?"
Sto. Tomás de Aquino
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