EL CÍNGULO. Descripción. El cíngulo, semejante a una cuerda, es necesario para sostener el alba, que es larga y amplia; la mantiene fija al cuerpo. El cíngulo debe ceñirse alrededor de los riñones; de esta posición se deriva su significado místico.
Simbolismo litúrgico. El sacerdote reza al revestirse del cíngulo: “Cíñeme, Señor, del cíngulo de la pureza y extingue en mis riñones la llama de la sensualidad, para que permanezcan en mí la virtud de la continencia y de la caridad”. Según esto, la acción de ceñirse la cintura con el cíngulo es el símbolo de la continencia, de la mortificación de la carne y de la pureza.
Simbolismo bíblico 1°. Ceñirse, ceñirse los riñones son figuras que se encuentran a menudo en la Sagradas Escrituras (Luc. 12, 35; Efes. 6, 14); tienen diferentes significaciones.
Los obreros, los soldados y los viajeros tenían la costumbre de ceñirse para levantar y retener los vestidos que eran largos y sueltos. De ese modo se veían menos incomodados, más prontos para el trabajo, el viaje, la lucha. La vida cristiana es a menudo comparada a un trabajo, a un combate, a una peregrinación. El cristiano es un obrero en la viña del Señor que debe trabajar bajo el calor del día para recibir la recompensa eterna; es el buen soldado de Cristo que debe librar el combate de la fe; es un extranjero y un viajero que no tiene su morada aquí abajo sino que marcha hacia su verdadera patria celestial (Job 7, 1 - 2; Mat. 20, 12; 2 Tim. 2, 4 – 5; 1, Pedr. 2, 11). Para el obrero, el combatiente y el viajero cristianos, un espíritu voluble y disipado es embarazoso, como un vestido suelto: debe, pues, ceñir los riñones de su espíritu (1 Pedr. 1, 13), es decir reunir y retener todas las fuerzas de su inteligencia y de la voluntad para estar más dispuesto al trabajo de la salvación, para la batalla y para perseverar en el viaje largo y peligroso en este valle de lágrimas que lleva hasta la patria. Ceñirse los riñones significa, pues, en primera instancia animarse, reunir y poner en acción todas las fuerzas espirituales y morales. Es en este sentido que Dios decía a Job: “Ciñe tus riñones como un hombre” (Job 38, 3). Es un signo de virilidad, de vigilancia, de actividad y de fortaleza.
Simbolismo bíblico 2°. Los riñones son considerados como la sede de la concupiscencia: la cintura que los rodea es, pues, en segundo lugar, el símbolo de la disciplina de la carne por las obras de penitencia y de mortificación. Este segundo significado está estrechamente ligado al anterior. En la crucifixión de una carne rebelada, en la sujeción de la naturaleza sensual se prueba el valor del trabajador, del combatiente y del viajero cristiano.
La flor delicada y celeste de la pureza solamente se conserva en medio de las espinas de la renuncia y de la mortificación. Debe, pues, el sacerdote “ceñir sus riñones”, es decir, vivir en una santa austeridad, en la sobriedad, en una humilde vigilancia, en una piedad y recogimiento constantes.
EL MANÍPULO. El manípulo poco a poco se convirtió en un ornamento sacerdotal a partir del siglo X. La significación mística del manípulo se desprende claramente de las palabras de la liturgia: reza el sacerdote: “Puede ser digno, Señor, de llevar el manípulo de las lágrimas y el dolor, para recibir con alegría la recompensa del trabajo”. El obispo impone el manípulo al subdiácono pronunciando las siguientes palabras: “Recibe el manípulo por el que son designados los frutos de las buenas obras”. El manípulo, pues, hace referencia a los sufrimientos de esta vida en vista de la recompensa y la alegría eternas. Es también una expresión simbólica de una de las bienaventuranzas proclamadas por Nuestro Señor: “Bienaventurados los que lloran, porque serán consolados” (Mat. 5, 5).
Siendo el manípulo el símbolo del dolor, es empleado en la Santa misa, que es la renovación del sacrificio del Calvario. No se lo emplea fuera de la Misa, porque ningún dolor es comparable al de Jesucristo sobre al Cruz.
Simbolismo litúrgico. El sacerdote reza al revestirse del cíngulo: “Cíñeme, Señor, del cíngulo de la pureza y extingue en mis riñones la llama de la sensualidad, para que permanezcan en mí la virtud de la continencia y de la caridad”. Según esto, la acción de ceñirse la cintura con el cíngulo es el símbolo de la continencia, de la mortificación de la carne y de la pureza.
Simbolismo bíblico 1°. Ceñirse, ceñirse los riñones son figuras que se encuentran a menudo en la Sagradas Escrituras (Luc. 12, 35; Efes. 6, 14); tienen diferentes significaciones.
Los obreros, los soldados y los viajeros tenían la costumbre de ceñirse para levantar y retener los vestidos que eran largos y sueltos. De ese modo se veían menos incomodados, más prontos para el trabajo, el viaje, la lucha. La vida cristiana es a menudo comparada a un trabajo, a un combate, a una peregrinación. El cristiano es un obrero en la viña del Señor que debe trabajar bajo el calor del día para recibir la recompensa eterna; es el buen soldado de Cristo que debe librar el combate de la fe; es un extranjero y un viajero que no tiene su morada aquí abajo sino que marcha hacia su verdadera patria celestial (Job 7, 1 - 2; Mat. 20, 12; 2 Tim. 2, 4 – 5; 1, Pedr. 2, 11). Para el obrero, el combatiente y el viajero cristianos, un espíritu voluble y disipado es embarazoso, como un vestido suelto: debe, pues, ceñir los riñones de su espíritu (1 Pedr. 1, 13), es decir reunir y retener todas las fuerzas de su inteligencia y de la voluntad para estar más dispuesto al trabajo de la salvación, para la batalla y para perseverar en el viaje largo y peligroso en este valle de lágrimas que lleva hasta la patria. Ceñirse los riñones significa, pues, en primera instancia animarse, reunir y poner en acción todas las fuerzas espirituales y morales. Es en este sentido que Dios decía a Job: “Ciñe tus riñones como un hombre” (Job 38, 3). Es un signo de virilidad, de vigilancia, de actividad y de fortaleza.
Simbolismo bíblico 2°. Los riñones son considerados como la sede de la concupiscencia: la cintura que los rodea es, pues, en segundo lugar, el símbolo de la disciplina de la carne por las obras de penitencia y de mortificación. Este segundo significado está estrechamente ligado al anterior. En la crucifixión de una carne rebelada, en la sujeción de la naturaleza sensual se prueba el valor del trabajador, del combatiente y del viajero cristiano.
La flor delicada y celeste de la pureza solamente se conserva en medio de las espinas de la renuncia y de la mortificación. Debe, pues, el sacerdote “ceñir sus riñones”, es decir, vivir en una santa austeridad, en la sobriedad, en una humilde vigilancia, en una piedad y recogimiento constantes.
EL MANÍPULO. El manípulo poco a poco se convirtió en un ornamento sacerdotal a partir del siglo X. La significación mística del manípulo se desprende claramente de las palabras de la liturgia: reza el sacerdote: “Puede ser digno, Señor, de llevar el manípulo de las lágrimas y el dolor, para recibir con alegría la recompensa del trabajo”. El obispo impone el manípulo al subdiácono pronunciando las siguientes palabras: “Recibe el manípulo por el que son designados los frutos de las buenas obras”. El manípulo, pues, hace referencia a los sufrimientos de esta vida en vista de la recompensa y la alegría eternas. Es también una expresión simbólica de una de las bienaventuranzas proclamadas por Nuestro Señor: “Bienaventurados los que lloran, porque serán consolados” (Mat. 5, 5).
Siendo el manípulo el símbolo del dolor, es empleado en la Santa misa, que es la renovación del sacrificio del Calvario. No se lo emplea fuera de la Misa, porque ningún dolor es comparable al de Jesucristo sobre al Cruz.
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