lunes, 9 de febrero de 2009

LOS SANTOS Y SAN JOSÉ

SANTA TERESA DE JESÚS. VIDA, 6. "Y tomé por abogado y señor al glorioso San José y me encomendé mucho a él. Vi claro que así de esta necesidad como de otras mayores de honra y pérdida de alma este padre y señor mío me sacó con más bien que yo le sabía pedir. No me acuerdo hasta ahora haberle suplicado cosa que la haya dejado de hacer. Es cosa que espanta las grandes mercedes que me ha hecho Dios por medio de este bienaventurado santo, de los peligros que me ha librado, así de cuerpo como de alma; que a otros santos parece les dio el Señor gracia para socorrer en una necesidad, a este glorioso santo tengo experiencia que socorre en todas y que quiere el Señor darnos a entender que así como le fue sujeto en la tierra –que como tenía el nombre de padre, siendo ayo, le podía mandar–, así en el cielo hace cuanto le pide. Esto han visto algunas otras personas, a quien yo decía se encomendasen a él, también por experiencia; y aun hay muchas que le son devotas de nuevo, experimentando esta verdad.
Procuraba yo hacer su fiesta con toda la solemnidad que podía, más llena de vanidad que de espíritu, queriendo se hiciese muy curiosamente y bien, aunque con buen intento. Mas esto tenía malo, si algún bien el Señor me daba gracia que hiciese, que era lleno de imperfecciones y con muchas faltas. Para el mal y curiosidad y vanidad tenía gran maña y diligencia. El Señor me perdone.
Querría yo persuadir a todos fuesen devotos de este glorioso santo, por la gran experiencia que tengo de los bienes que alcanza de Dios. No he conocido persona que de veras le sea devota y haga particulares servicios, que no la vea más aprovechada en la virtud; porque aprovecha en gran manera a las almas que a él se encomiendan. Ha algunos años que cada año en su día le pido una cosa, y siempre la veo cumplida. Si va algo torcida la petición, él la endereza para más bien mío."
Si fuera persona que tuviera autoridad de escribir, de buena gana me alargara en decir muy por menudo las mercedes que ha hecho este glorioso santo a mí y a otras personas; mas por no hacer más de lo que me mandaron, en muchas cosas seré corta más de lo que quisiera, en otras más larga que era menester; en fin, como quien en todo lo bueno tiene poca discreción. Sólo pido por amor de Dios que lo pruebe quien no me creyere, y verá por experiencia el gran bien que es encomendarse a este glorioso Patriarca y tenerle devoción. En especial, personas de oración siempre le habían de ser aficionadas; que no sé cómo se puede pensar en la Reina de los ángeles en el tiempo que tanto pasó con el Niño Jesús, que no den gracias a San José por lo bien que les ayudó en ellos. Quien no hallare maestro que le enseñe oración, tome este glorioso santo por maestro y no errará en el camino. Plega al Señor no haya yo errado en atreverme a hablar en él; porque aunque publico serle devota, en los servicios y en imitarle siempre he faltado."
SAN JUAN BOSCO. CHARLAS. "Entre las prácticas de piedad en honor de este gran patriarca, esposo de María, padre nutricio de Jesucristo, Santa Teresa recomienda mucho, como eficaz medio para obtenernos su protección, el dedicarle todo el mes de marzo (...).
Invocándolo también con jaculatorias. Por ejemplo, durante el estudio decid en vuestro corazón: San José, ruega por mí; ayudadme a ocupar bien el tiempo de estudio y de clase. Si os viene alguna tentación: San José, ruega por mí. Al levantaros por la mañana: Jesús, José y María, os doy el corazón y el alma mía. Al acostaros: Jesús José y María, asistidme en mi última agonía.
No olvidéis que es el protector de todos los trabajadores y que lo es también de los jóvenes que estudian. Porque el estudio es trabajo."
SAN JUAN CRISÓSTOMO. HOMILÍA SOBRE SAN MATEO, 8. Dios, amador de los hombres, mezcla trabajos y dulzuras, estilo que Él sigue con todos sus santos. Ni los peligros, ni los consuelos nos los da continuos, sino que de unos y otros va Él entretejiendo la vida de los justos. Y de ese mismo modo obró con San José."
"San José no se escandalizó ni dijo: eso parece un enigma. Tú mismo hacías saber no ha mucho que Él salvaría a su pueblo, y ahora no es capaz ni de salvarse a sí mismo, sino que tenemos necesidad de huir, de emprender un viaje y sufrir un largo desplazamiento: Eso es contrario a tu promesa. José no discurre de ese modo, porque es un varón fiel. Tampoco pregunta por el tiempo de la vuelta, a pesar de que el Ángel lo había dejado indeterminado, puesto que le había dicho: «Está allí hasta que yo te diga» (Mt. 2, 13)".
BEATO CLAUDIO DE LA COLOMBÈRE. PANEGÍRICO DE SAN JOSÉ, EXORDIO.
"Aunque no hubiera otra razón para alabar a San José, habría que hacerlo, me parece, por el solo deseo de agradar a María. No se puede dudar que ella tiene gran parte en los honores que se rinden a San José y que con ello se encuentra honrada. Además de reconocerle por su verdadero esposo, y de haber tenido para él todos los sentimientos que una mujer honesta tiene para aquel con quien Dios la ha ligado tan estrechamente, el uso que él hizo de su autoridad sobre ella, el respeto que tuvo con su pureza virginal, le inspiró una gratuidad igual al amor que ella tenía por esta virtud y, consiguientemente, un gran celo por la gloria de San José [...]".

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