Sermón Domingo XI después de Pentecostés - Julio 2008
Queridos fieles,
HEMOS HABLADO LA SEMANA PASADA SOBRE LOS JUICIOS TEMERARIOS, pecado muy común entre la gente; dijimos que este pecado es la sopa de cada día, o más bien, ¡el veneno de cada día!
JUZGAMOS A TODOS: al esposo, a la esposa, al hermano, a la hermana, al papá, a la mamá;Juzgamos al compañero de trabajo, juzgamos al jefe (¡oh, cuánto nos gusta juzgar al jefe!, es nuestro “preferido”);juzgamos al vecino, a los fieles de la capilla, ¡juzgamos hasta el sacerdote!, ¡y de qué manera!
NADIE NI NADA SE NOS ESCAPA, somos jueces terribles, sin piedad, sin misericordia. Arrasamos con todos. Si nosotros fuéramos jueces en el juicio particular, ¿quién se salvaría?
¡QUÉ ABOMINABLES SON LOS JUICIOS TEMERARIOS! ¡Cuánto Dios los aborrece!
“¡Ay de vosotros los que llamáis mal al bien y bien al mal, y tomáis las tinieblas por la luz, y la luz por las tinieblas!” (Is.5,20)
Y POR ESO DIOS DIO A ENTENDER EN LA SAGRADA ESCRITURA, que por este pecado, bien merecería el pecador ser escupido por Dios.
PERO, queridos fieles, SUPONGAMOS QUE NUESTRO JUICIO SOBRE EL PRÓJIMO NO ES TEMERARIO; Supongamos que hemos visto claramente y sabemos con certeza que nuestro prójimo es realmente culpable:
Lo hemos visto emborracharse, lo hemos visto andar con tal mujer ajena, Lo hemos visto hacer tal acción mala, etc.;
ANTE ESTA EVIDENCIA DE SU CULPABILIDAD, NOS PREGUNTAMOS: ¿Nos será permitido juzgarlo? Pues no.
Y NO, PORQUE NUESTRO SALVADOR NOS LO PROHIBE de una manera muy clara diciendo:
“No juzguéis á los demás, si queréis no ser juzgados” (Mt.7,1-2)
Y SAN PABLO AGREGA:
“Guardaos de juzgar antes de tiempo, hasta que venga el Señor, que manifestará a la luz lo que está oculto en las tinieblas, y descubrirá los pensamientos más secretos de los corazones” (I.Cor.4); “¿Quién sois vosotros para juzgar a un siervo que no os pertenece? (Rom.14)
NO USURPEMOS EL LUGAR DE DIOS, a quién únicamente pertenece el juicio. El corazón del hombre es un santuario, donde sólo Dios tiene derecho de entrar; Él solo puede conocer sus sentimientos, sus intenciones, penetrar en sus más secretos pliegues y saber perfectamente lo que pasa en él; los hombres nada pueden ver en él.
ENTONCES, ¿ESTO QUIERE DECIR QUE NOS ESTÁ ABSOLUTAMENTE PROHIBIDO SOSPECHAR Y JUZGAR AL PRÓJIMO? NO;
cuando hay ciertos fundamentos para sospechar, y hay un interés lícito por conocer la verdad del hecho, sí nos es lícito sospechar, con tal que se suspenda el juicio hasta que se aclare la verdad.
Por ejemplo:
Cuando no hay motivos ni razones suficientes, los papás no deben sospechar que los hijos están haciendo algo malo;Pero si los papás ven que sus hijos comienzan a ausentarse de la casa mucho tiempo, que duermen fuera de la casa, que hacen gastos excesivos, que se están reuniendo con amistades malas;En estos casos, los papás tendrán motivos para dudar y sospechar, que en sus hijos hay, quizás, algún desorden oculto.En consecuencia de esto, los papás se ponen más atentos y comienzan a vigilarlos más de cerca; no manifiestan a nadie sus sospechas, pero siguen observándolos cuidadosamente;Estas dudas y sospechas no son pecado, más aún, los padres pecarían si las omitieran, pues ellos tienen la obligación de velar por sus hijos.
POR LO TANTO, RESUMIENDO, PARA QUE SE PERMITA SOSPECHAR Y JUZGAR A ALGUIEN se necesitan dos condiciones:
1) que sea un deber de justicia, es decir, que seamos responsables ante Dios de esa persona de quien vamos a sospechar ó a juzgar: los padres deben velar por los hijos; el superior por sus súbditos; el obispo y sacerdote por sus fieles encomendados;
2) que haya motivos y razones suficientes para dudar del comportamiento de los hijos y súbditos.
PERO AHORA NOS HACEMOS LA SIGUIENTE PREGUNTA:
Si sólo podemos juzgar al prójimo que está sujeto a nosotros,¿QUÉ PODEMOS HACER POR EL OTRO PRÓJIMO (el no sujeto a nosotros), cuando lo vemos claramente pecar, cuando lo vemos hacer algo malo?
PUES PODEMOS PONER EN PRÁCTICA UN DEBER SANTO Y MUY DIFÍCIL DE REALIZAR BIEN: la corrección fraterna.
ESTUDIEMOS UN POCO los siguientes puntos:
1) ¿Qué es la corrección fraterna?
2) La corrección fraterna es algo muy difícil de realizar bien
3) ¿Cómo debe hacerse la corrección fraterna?
I) ¿QUÉ ES LA CORRECCIÓN FRATERNA?
ES UN ACTO DE CARIDAD por el cual intentamos que nuestro prójimo de enmiende de algún vicio ó pecado.Este acto de caridad que se realiza para corregir al prójimo, es de muchísimo mayor valor que el de atender a las necesidades materiales y corporales del prójimo, pues es muy claro que el bien del alma es muy superior a los bienes del cuerpo y a los bienes de riqueza.
SANTO TOMÁS NOS DICE QUE LA CORRECCIÓN FRATERNA CAE BAJO PRECEPTO, es decir, que a veces no es opcional el hacerla o no, sino que, cuando se dan todas las circunstancias y condiciones necesarias para corregir a nuestro prójimo, entonces hay que hacerlo, bajo pena de pecado.
DIJO SAN AGUSTÍN:
“Si descuidares el corregir, te vuelves peor que el que pecó”.
COMO HEMOS DICHO, NO SIEMPRE ESTAMOS OBLIGADOS A CORREGIR AL PRÓJIMO, sino que deben darse las circunstancias requeridas, es decir, que corrijamos donde, cuando y en el modo como se debe.
La corrección fraterna es una obra de virtud, y las obras de virtud deben ser bien ejecutadas, por eso, si se piensa que la corrección fraterna no va a ser buena para alcanzar su efecto, que es la enmienda del prójimo, entonces es mejor no hacerla.SANTO TOMÁS RESUME LA OBLIGACIÓN DE CORREGIR AL PRÓJIMO con estas palabras:
“La corrección fraterna se ordena a la enmienda del prójimo;Por lo tanto, cae bajo precepto en la medida que es necesaria para este fin;Pero no hasta el punto que haya que corregir al prójimo en cualquier lugar y tiempo”.
II) LA CORRECCIÓN FRATERNA, ALGO MUY DIFÍCIL DE REALIZAR BIEN
NO HAY COSA QUE REQUIERA MÁS TACTO Y CARIDAD que el corregir a nuestro prójimo;¿Y POR QUÉ? Porque son muy pocos las personas que reciben bien la corrección de otros.
USTEDES LO SABEN MUY BIEN: apenas nos corrigen o nos reprenden en algo, incluso minúsculo,Y ya se nos eriza el pelo, se nos pone el rostro color de sangre, y arremetemos y nos defendemos del que nos corrige:
SÍ, NO NOS GUSTA QUE NOS CORRIJAN, ésta es una de las grandes marcas que dejó en nosotros el primer pecado de orgullo, y esta repulsión a la corrección fue uno de los primeros pecados que se descubrieron en Adán pecador.
APENAS ADÁN FUE REPRENDIDO POR SU TRANSGRESIÓN, y quiso justificarse, acusando a su mujer de haberle incitado.
Y NO CONTENTO CON ESTA EXCUSA, se atreve a hacer caer la responsabilidad de su pecado sobre el mismo Dios, por haberle dado tan débil compañía:
LO MISMO HACEMOS NOSOTROS, miserables hijos de Adán; lejos de agradecer la reprensión, echamos la culpa sobre otros, y, tal vez, sobre el mismo que nos reprende.
TAMBIÉN, LA CORRECCIÓN FRATERNA ES ALGO MUY DIFÍCIL DE PRACTICAR NO SÓLO POR PARTE DEL QUE ES CORREGIDO (porque no se deja corregir), sino también por parte del que corrige:
¡Cuántos hay que corrigen tan mal, que mejor sería que se callaran la boca!
- Hay algunos que al corregir, lo hacen con mucha inquietud y precipitación, y no esperan la ocasión oportuna para hacerlo con buen resultado:
se parecen a un tigre feroz, que tan pronto como ve el pecado en el prójimo, al instante se lanza sobre su presa para destrozarla con sus garras
- Hay otros que al corregir, lo hacen de una manera severa y áspera, y parecen ser insensibles a la miseria del prójimo;
en lugar de hablar con delicadeza, sus palabras son flagelos feroces que desgarran las carnes y hacen sangrar
- Hay otros que corrigen no por caridad, sino por odio, por venganza, ó porque les cae mal el prójimo, y pronto se echan encima de él:
estas personas no hablan sin ofender;Ellos no amonestan, sino que punzan y muerden;Ellos no cicatrizan las llagas, sino que abren más las heridas, y abren otras nuevas,Ellos no echan bálsamos a las heridas espirituales del prójimo, sino que vierten gran cantidad de hiel que les hace más daño.
DE ESTE TIPO DE PERSONAS QUE ASÍ CORRIGEN, ¡líbrenos el Señor!Estas personas que así corrigen, mejor que ni lo hagan;De lo contrario, cuando sean juzgadas por Dios, Él descargará contra ellas su justa severidad.
III) ¿CÓMO SE DEBE HACER LA CORRECCIÓN FRATERNA?
a) con pureza de intención.- El que ha de corregir, tiene que hacerlo no por odio, ni por ostentación, ni por orgullo, sino por puro y desinteresado amor, con el objeto de ayudar a salvar el alma del prójimo.Dijo San León: “La corrección ha de ser más obra de la caridad que del poder o del dominio”.
b) con caridad.- San Pablo dijo que la caridad es paciente, es dulce y bienhechora, no es envidiosa, no obra con precipitación, no es temeraria, no se jacta, no se irrita, no piensa mal, no se huelga en la injusticia y se complace en la verdad.Así debe obrar el que quiere corregir a su prójimo.San Gregorio dijo: “Hay que tratar al prójimo no como enemigo o como duro y rígido médico, que sólo sabe cortar o hacer aplicación de fuertes cauterios”.
c) en el momento apropiado.- Es preciso también, antes de proceder a la corrección fraterna, meditar mucho cuál es la ocasión oportuna de emplearla con buen éxito.Dijo el Espíritu Santo: “Toda las cosas tienen su tiempo”.El padre de familias del Evangelio, obrando con suma prudencia, dejó crecer en su campo el trigo con la cizaña, hasta que llegó el tiempo de la recolección.Sería pues gran temeridad pretender con un falso celo, arrancar al instante la cizaña que vemos en nuestro prójimo.
d) la corrección fraterna debe hacerse en secreto.- Nuestro Señor nos dijo “si tu hermano peca contra ti, corrígelo a solas”. Por eso hay que amonestarlo en secreto.Si esto no fuera suficiente, y la corrección no tuviese el efecto deseado, se debe hacer la corrección en presencia de uno o varios testigos; y si a pesar de esto, persistiendo en su obstinación, se hiciese insensible a todo género de avisos y amonestaciones, entonces, condoliéndonos de su desgracia, se le denuncia ante superior a quien le compete castigarle.
c) en el momento apropiado.- Es preciso también, antes de proceder a la corrección fraterna, meditar mucho cuál es la ocasión oportuna de emplearla con buen éxito.Dijo el Espíritu Santo: “Toda las cosas tienen su tiempo”.El padre de familias del Evangelio, obrando con suma prudencia, dejó crecer en su campo el trigo con la cizaña, hasta que llegó el tiempo de la recolección.Sería pues gran temeridad pretender con un falso celo, arrancar al instante la cizaña que vemos en nuestro prójimo.
d) la corrección fraterna debe hacerse en secreto.- Nuestro Señor nos dijo “si tu hermano peca contra ti, corrígelo a solas”. Por eso hay que amonestarlo en secreto.Si esto no fuera suficiente, y la corrección no tuviese el efecto deseado, se debe hacer la corrección en presencia de uno o varios testigos; y si a pesar de esto, persistiendo en su obstinación, se hiciese insensible a todo género de avisos y amonestaciones, entonces, condoliéndonos de su desgracia, se le denuncia ante superior a quien le compete castigarle.
Nota: Cuando el pecado del prójimo es público, es lícito denunciarlo a la autoridad sin que preceda la corrección en secreto.Si el pecado del prójimo es secreto, pero es en perjuicio de un tercero, ó en daño de la sociedad, también es lícito denunciarlo a la autoridad sin que preceda la corrección en secreto.
CONCLUSION
Queridos fieles,
La corrección fraterna, deber difícil de practicar. Pero no olvidemos que, antes de querer corregir a nuestro prójimo, primero debemos enmendarnos nosotros mismos, sobretodo de nuestras faltas graves.Exclama San Isidoro: “¿Cómo se atreverá a corregir a otros el que está contaminado con los mismos vicios?”, ¿o incluso peores?
El pecador que desee cumplir como se debe el precepto de la corrección fraterna, es preciso que antes eche de sí su propia culpa, limpie su conciencia, y entonces podrá corregir con buen fruto al prójimo. Es lo que Nuestro Señor dijo, que hay que sacarse primero la viga que tenemos en nuestro ojo, antes de querer sacar la pajita en el ojo de nuestro hermano.
Hagamos estas cosas, queridos fieles, no juzguemos temerariamente, vigilemos a nuestros hijos y a los que dependen de nosotros; y si encontramos en ellos faltas y desórdenes, pidamos a Dios su gracia y su luz para poder ayudarlos a volver al recto camino, por medio de una virtuosa corrección fraterna, que será eficaz en la medida en que nosotros mismos les demos el buen ejemplo por medio de nuestras buenas obras y virtudes.
La corrección fraterna, deber difícil de practicar. Pero no olvidemos que, antes de querer corregir a nuestro prójimo, primero debemos enmendarnos nosotros mismos, sobretodo de nuestras faltas graves.Exclama San Isidoro: “¿Cómo se atreverá a corregir a otros el que está contaminado con los mismos vicios?”, ¿o incluso peores?
El pecador que desee cumplir como se debe el precepto de la corrección fraterna, es preciso que antes eche de sí su propia culpa, limpie su conciencia, y entonces podrá corregir con buen fruto al prójimo. Es lo que Nuestro Señor dijo, que hay que sacarse primero la viga que tenemos en nuestro ojo, antes de querer sacar la pajita en el ojo de nuestro hermano.
Hagamos estas cosas, queridos fieles, no juzguemos temerariamente, vigilemos a nuestros hijos y a los que dependen de nosotros; y si encontramos en ellos faltas y desórdenes, pidamos a Dios su gracia y su luz para poder ayudarlos a volver al recto camino, por medio de una virtuosa corrección fraterna, que será eficaz en la medida en que nosotros mismos les demos el buen ejemplo por medio de nuestras buenas obras y virtudes.
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