Carta de la Sgda. Congregación del Santo Oficio al arzobispo de Boston (USA), de fecha 8 de agosto de 1949, sobre el axioma que dice: "Fuera de la iglesia catolica no hay salvacion"
Estamos obligados por la fe católica y divina a creer todas las cosas contenidas en la palabra de Dios, ya sea en las Sagradas Escrituras o en la Tradición y que son propuestas por la Iglesia para ser creídas como divinamente reveladas, no sólo a través de la solemne declaración sino también por medio de su oficio de enseñar ordinario y universal.
Ahora bien, entre todas las cosas que la Iglesia ha siempre predicado y nunca dejará de predicar está lo contenido en esa declaración infalible por la cual se nos instruye que no existe la salvación fuera de la Iglesia Católica.
Sin embargo, este dogma debe ser entendido en el mismo sentido que lo entiende la Iglesia. Puesto que no fue para juicio privado que Jesucristo Nuestro Señor manifestó las verdades contenidas en el depósito de la fe, sino para que fueran contenidas por la autoridad de enseñar de la Iglesia.
Ahora bien, en primer lugar, la Iglesia enseña que en esta materia existe una cuestión de la más estricta orden de Jesucristo. Puesto que Él explícitamente ordenó a sus apóstoles el predicar a todas las naciones la practica de todas las verdades que Él mismo ha ordenado.
OBLIGACION DE PERTENECER A LA IGLESIA CATÓLICA. Ahora, bien, uno de los mandamientos de Dios (...) es por el cual estamos obligados a pertenecer por medio del Bautizo al cuerpo místico de Jesucristo, es decir la Iglesia Católica, y permanecer unidos a Jesucristo y su Vicario, por medio del cual Él mismo de una manera visible gobierna a la Iglesia en este mundo.
Por lo tanto nadie se salvará quien a sabiendas de cuál es la Iglesia divinamente establecida por Jesucristo, se niegue someterse a Ella y rechace la obediencia debida al Soberano Pontífice, vicario de Jesucristo en la tierra. No sólo ordenó, Jesucristo Nuestro Señor, que todas las naciones deberían de pertenecer a la Iglesia Católica, sino que también declaró a la Iglesia como medio de salvación, sin la cual nadie puede entrar al reino de la gloria eterna.
EL "DESEO" DE PERTENECER A LA IGLESIA, PUEDE SER SUFICIENTE. En su infinita misericordia Dios ha deseado que los efectos necesarios para que alguien se salve, es decir esos medios de salvación los cuales están dirigidos a la salvación del hombre como a su fin último, no por necesidad intrínseca sino por institución divina, pueden también ser obtenidos en ciertas circunstancias, cuando éstos sean utilizados sólo como un "deseo persistente". Esto lo vemos claramente establecido en el Concilio de Trento, tanto en referencia al sacramento del Bautismo como al de la Penitencia.
Lo mismo debe declararse de la Iglesia en su propio nivel, en cuanto a que Ella es el medio general de salvación. Por lo tanto, para que alguien pueda obtener la salvación de su alma (...) es necesario que por lo menos esté en unión con la Iglesia por el deseo persistente de así serlo.
EL “DESEO” IMPLICITO. De cualquier forma, el “deseo” no necesita ser siempre “explícito”, como lo es en los catecúmenos; pero cuando una persona está envuelta en una ignorancia invencible, Dios acepta de igual forma un “deseo implícito”, así llamado porque esta incluido dentro de esa buena disposición del alma por medio de la cual una persona desea que su voluntad sea conforme a la voluntad de Dios.
Estas enseñanzas están claramente manifiestas en la carta dogmática emitida por el Soberano Pontífice, Papa Pío XII, el 29 de Junio de 1948, sobre "El Cuerpo Místico de Jesucristo". Puesto que en esta encíclica, el Papa claramente distingue entre quienes están actualmente incorporados a la Iglesia como miembros, y quienes pertenecen a ésta sólo por el “deseo” de así serlo.
Discutiendo acerca de cuales son los miembros que pertenecen al Cuerpo Místico en el mundo, el mismo Pontífice dice: "En realidad sólo aquellos, quienes han sido bautizados y profesan la fe verdadera y quienes no han tenido la mala fortuna de separarse ellos mismos de la unidad del Cuerpo, o han sido excluidos por la autoridad legítima por alguna falta grave cometida, deben ser considerados como miembros de la Iglesia".
(...) Cuando de una manera mucho más afectiva invita a la unidad a aquellos que no pertenecen al cuerpo de la Iglesia Católica, menciona a aquellos que "están relacionados al cuerpo místico del Redentor por una cierta emoción fuerte de deseo inconsciente", a éstos por ningún motivo los excluye de la salvación eterna sino que por el contrario establece que éstos están en la condición "en la cual no pueden estar seguros de su salvación", puesto que "ellos aún permanecen privados de todos esos beneficios celestiales y gracias que sólo pueden disfrutarse dentro de la Iglesia Católica".
Con estas sabias palabras rechaza a ambos, a aquellos que excluyen de la salvación eterna todos los unidos a la Iglesia Católica sólo por el deseo implícito, y a aquellos que falsamente afirman que el hombre puede salvarse de la misma manera en cualquier religión.
NECESIDAD DE LA FE. Mas no se debe enseñar que cualquier tipo de “deseo” de pertenecer a la Iglesia es suficiente para que uno pueda salvarse. Es necesario que el deseo por el cual se relaciona a la Iglesia sea animado por la caridad perfecta. Ni puede un deseo implícito producir sus efectos, a menos que la persona tenga la fe sobrenatural "porque quien se acerque a Dios debe creer que Dios existe y que Él recompensará a quienes lo buscan". El Concilio de Trento declara: "La fe, es el principio de la salvación del hombre (...) sin la cual es imposible agradar a Dios (...)”.
Estamos obligados por la fe católica y divina a creer todas las cosas contenidas en la palabra de Dios, ya sea en las Sagradas Escrituras o en la Tradición y que son propuestas por la Iglesia para ser creídas como divinamente reveladas, no sólo a través de la solemne declaración sino también por medio de su oficio de enseñar ordinario y universal.
Ahora bien, entre todas las cosas que la Iglesia ha siempre predicado y nunca dejará de predicar está lo contenido en esa declaración infalible por la cual se nos instruye que no existe la salvación fuera de la Iglesia Católica.
Sin embargo, este dogma debe ser entendido en el mismo sentido que lo entiende la Iglesia. Puesto que no fue para juicio privado que Jesucristo Nuestro Señor manifestó las verdades contenidas en el depósito de la fe, sino para que fueran contenidas por la autoridad de enseñar de la Iglesia.
Ahora bien, en primer lugar, la Iglesia enseña que en esta materia existe una cuestión de la más estricta orden de Jesucristo. Puesto que Él explícitamente ordenó a sus apóstoles el predicar a todas las naciones la practica de todas las verdades que Él mismo ha ordenado.
OBLIGACION DE PERTENECER A LA IGLESIA CATÓLICA. Ahora, bien, uno de los mandamientos de Dios (...) es por el cual estamos obligados a pertenecer por medio del Bautizo al cuerpo místico de Jesucristo, es decir la Iglesia Católica, y permanecer unidos a Jesucristo y su Vicario, por medio del cual Él mismo de una manera visible gobierna a la Iglesia en este mundo.
Por lo tanto nadie se salvará quien a sabiendas de cuál es la Iglesia divinamente establecida por Jesucristo, se niegue someterse a Ella y rechace la obediencia debida al Soberano Pontífice, vicario de Jesucristo en la tierra. No sólo ordenó, Jesucristo Nuestro Señor, que todas las naciones deberían de pertenecer a la Iglesia Católica, sino que también declaró a la Iglesia como medio de salvación, sin la cual nadie puede entrar al reino de la gloria eterna.
EL "DESEO" DE PERTENECER A LA IGLESIA, PUEDE SER SUFICIENTE. En su infinita misericordia Dios ha deseado que los efectos necesarios para que alguien se salve, es decir esos medios de salvación los cuales están dirigidos a la salvación del hombre como a su fin último, no por necesidad intrínseca sino por institución divina, pueden también ser obtenidos en ciertas circunstancias, cuando éstos sean utilizados sólo como un "deseo persistente". Esto lo vemos claramente establecido en el Concilio de Trento, tanto en referencia al sacramento del Bautismo como al de la Penitencia.
Lo mismo debe declararse de la Iglesia en su propio nivel, en cuanto a que Ella es el medio general de salvación. Por lo tanto, para que alguien pueda obtener la salvación de su alma (...) es necesario que por lo menos esté en unión con la Iglesia por el deseo persistente de así serlo.
EL “DESEO” IMPLICITO. De cualquier forma, el “deseo” no necesita ser siempre “explícito”, como lo es en los catecúmenos; pero cuando una persona está envuelta en una ignorancia invencible, Dios acepta de igual forma un “deseo implícito”, así llamado porque esta incluido dentro de esa buena disposición del alma por medio de la cual una persona desea que su voluntad sea conforme a la voluntad de Dios.
Estas enseñanzas están claramente manifiestas en la carta dogmática emitida por el Soberano Pontífice, Papa Pío XII, el 29 de Junio de 1948, sobre "El Cuerpo Místico de Jesucristo". Puesto que en esta encíclica, el Papa claramente distingue entre quienes están actualmente incorporados a la Iglesia como miembros, y quienes pertenecen a ésta sólo por el “deseo” de así serlo.
Discutiendo acerca de cuales son los miembros que pertenecen al Cuerpo Místico en el mundo, el mismo Pontífice dice: "En realidad sólo aquellos, quienes han sido bautizados y profesan la fe verdadera y quienes no han tenido la mala fortuna de separarse ellos mismos de la unidad del Cuerpo, o han sido excluidos por la autoridad legítima por alguna falta grave cometida, deben ser considerados como miembros de la Iglesia".
(...) Cuando de una manera mucho más afectiva invita a la unidad a aquellos que no pertenecen al cuerpo de la Iglesia Católica, menciona a aquellos que "están relacionados al cuerpo místico del Redentor por una cierta emoción fuerte de deseo inconsciente", a éstos por ningún motivo los excluye de la salvación eterna sino que por el contrario establece que éstos están en la condición "en la cual no pueden estar seguros de su salvación", puesto que "ellos aún permanecen privados de todos esos beneficios celestiales y gracias que sólo pueden disfrutarse dentro de la Iglesia Católica".
Con estas sabias palabras rechaza a ambos, a aquellos que excluyen de la salvación eterna todos los unidos a la Iglesia Católica sólo por el deseo implícito, y a aquellos que falsamente afirman que el hombre puede salvarse de la misma manera en cualquier religión.
NECESIDAD DE LA FE. Mas no se debe enseñar que cualquier tipo de “deseo” de pertenecer a la Iglesia es suficiente para que uno pueda salvarse. Es necesario que el deseo por el cual se relaciona a la Iglesia sea animado por la caridad perfecta. Ni puede un deseo implícito producir sus efectos, a menos que la persona tenga la fe sobrenatural "porque quien se acerque a Dios debe creer que Dios existe y que Él recompensará a quienes lo buscan". El Concilio de Trento declara: "La fe, es el principio de la salvación del hombre (...) sin la cual es imposible agradar a Dios (...)”.
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