domingo, 7 de diciembre de 2008

FIESTA DE CRISTO REY

Queridos fieles:
En el Evangelio, hemos recordado que los judíos llevaron a Nuestro Señor al pretorio de Pilatos. Nuestro Señor ya estaba todo cansado, golpeado, escupido, débil por todos los malos tratos de los soldados;
Y allí, en el pretorio, los judíos acusaron a Jesús.
Y Pilatos le preguntó:
“¿Eres Tú el rey de los judíos?”
Jesús después contestará:
“Mi reino no es de este mundo. Si de este mundo fuese mi reino, mis gentes hubieran luchado para que no fuese Yo entregado en manos de los judíos, pero mi Reino no es de aquí.”
Replicóle Pilatos: “¿con que Tú eres Rey?
Respondió Jesús: “Tú lo dices, Yo soy Rey. Yo para esto nací y para esto vine al mundo…”
SÍ, QUERIDOS FIELES, NUESTRO SEÑOR ES REY, ¿Y POR QUÉ?
Pues por ser nuestro Dios y nuestro Redentor:
· Por ser Dios:
- Dios es el “todopoderoso, Rey de los reyes, y Señor de los señores”
- Al Él le debemos sumisión, Él nos creó : Él dijo : “Mías son todas las cosas…”
· Por ser nuestro Redentor:
- Por el pecado original éramos esclavos del demonio e hijos de la maldición
- Nuestro Señor Jesucristo nos rescató, no con oro, ni con plata, sino con su Sangre preciosísima, generosamente derramada
- Por eso, nosotros no somos nuestros, fuimos comprados a gran precio
- Nuestro Señor es nuestro Dueño, nuestro Salvador, nuestro Rey

ESTE IMPERIO DE CRISTO sobre todas las cosas, lo proclama San Pablo con gran majestad: Nuestro Señor Jesucristo es “ el primogénito de toda la creación, porque en Él han sido creadas todas las cosas en los cielos y sobre la tierra, el mundo visible y el invisible, tronos, señores, principados, dominaciones, todo ha sido creado por Él y para Él,…, PARA QUE EN TODO TENGA ÉL LA PRIMACÍA” ( Col. 1 )

PERO, ¡QUÉ LÁSTIMA!, queridos fieles, Nuestro Señor fue rechazado como rey:
Los judíos, enfurecidos, negaban a su Rey: Pilatos: “¿queréis que os suelte al rey de los judíos?”
Ellos gritaban: “¡No a Él, sino a Barrabás! ¡ si sueltas a éste, no eres amigo del César! ¡ todo el que se pretende rey se opone al César!
Pilatos: “¡He aquí a vuestro rey!
Y ellos se pusieron a gritar como lobos rabiosos: “¡No, que muera, que muera! ¡crucifícalo, crucifícalo!”
Pilatos: “¿a vuestro rey he de crucificar?
Respondieron los sumos sacerdotes: “Nosotros no tenemos más rey que el César”

JESÚS SUFRIÓ entonces el más cruel de sus dolores, la más baja de las injurias, Él, el gran Mesías esperado, el gran rey, fue rechazado por su pueblo elegido, a quien había dado, desde hacía muchos siglos, muchas muestras de amor y predilección: “vino a los suyos, y los suyos no le recibieron” “Pueblo mío, ¿qué te he hecho, en qué te he contristado?, ¡respóndeme! ¿qué más debí hacer, y no hice? ¿Por qué te saqué de la tierra de Egipto, has preparado una Cruz a tu Salvador?”

Queridos fieles, y NO SÓLO LOS JUDÍOS HAN RECHAZADO A CRISTO REY, ahora también, en este mundo actual, tan corrompido y lejos de Dios,
Nuestro Señor ya no reina ni en las naciones, ni en las familias, ni en las almas.

· NUESTRO SEÑOR YA NO REINA EN LAS NACIONES:
- Se proclamó desde hace mucho la independencia de la Iglesia y del Estado
- Se le da el mismo lugar a Nuestro Señor, a Buda, a Mahoma, al diablo.
- Roma misma pidió que se quitara de alguna Constitución polaca, que la religión católica fuera la religión del Estado
- En la Revolución francesa, se proclamaron los derechos del hombre:
¡Se proclamó que el hombre es libre, libre de Dios!
¡El hombre ya no quiere servir a Dios!
Esto se parece a loa primera revolución que hubo en el mundo, la de Satanás, Cuando el gritó : “¡no serviré!”
- No, Nuestro Señor ya no reina en las naciones
· Y también, NUESTRO SEÑOR YA NO REINA EN LAS FAMILIAS

- ¿cuántas rezan reunidas al pié del Sagrado Corazón entronizado?
- ¡quizás no está entronizado el Sagrado Corazón!
- ¡quizás ni siquiera haya una imagen de Él!
- ¿cuántas familias se reúnen para rezar, aunque fuera solo un ratito?
- ¡quizás sólo se reúnen para las fiestas, o para ver televisión!
- No, Nuestro Señor ya no reina en la mayoría de las familias
· Y NUESTRO SEÑOR YA NO REINA EN LAS ALMAS
- Con que facilidad se cometen los pecados mortales , es el reino de Satanás
- Los santos llegaban a hacer cosas heroicas para evitar el pecado, revolcarse en las espinas, lanzarse a un estanque de agua helada, etc.
- Nosotros no, nos acostamos, encendemos la televisión, navegamos libremente por Internet, mantenemos y hasta reafirmamos nuestras relaciones pecaminosas.
- En una palabra, somos impíos, no queremos que reine Nuestro Señor en nuestras almas, preferimos la novia, el novio, el Internet, la televisión, la moda, el trago, el placer;
- con esta manera de actuar, aún sin abrir la boca estamos gritando como los impíos:
“¡no queremos que reine sobre nosotros, quítale, quítale, crucifícale, crucifícale!”

¡QUÉ TRISTEZA, NUESTRO SEÑOR YA NO REINA en las naciones, ni en las familias, ni en las almas! Las mismas almas que deberían defender su realeza la están negando:

RECORDEMOS LAS PALABRAS DEL CARDENAL RATZINGER en 1987 :
Él “decía que la sociedad no debe ni puede ser cristiana, que esto es contra la naturaleza de la sociedad, que Nuestro Señor no puede ni debe reinar en las sociedades, que la conciencia humana es libre en relación a Nuestro Señor, que hay que dejar en libertad a los hombres, que hay que darles un espacio social autónomo.”

Queridos fieles,
¡Negar la realeza de Nuestro Señor es una abominación!
¡ hasta los mismos animales reconocen su realeza!
¡también los vegetales y hasta los seres inertes! Les doy tres ejemplos:

LOS SERES INERTES LA RECONOCEN
El agua la reconoció.
En el año 1226, en Aviñón, Francia, UN RÍO SE DESBORDÓ con ímpetu furioso, y convirtió en un inmenso lago toda la ciudad.
EN MEDIO DE AQUELLA GRAN CONSTERNACIÓN, la gente piadosa se acordó que en una capilla estaba expuesto solemnemente el Santísimo Sacramento, y determinaron salvarlo de la inundación.
Algunos hombres SE EMBARCARON en un pequeño bote y remaron hacia el lugar de la pequeña iglesia, y al entrar encontraron algo asombroso:
SE HABÍA REPETIDO EL PRODIGIO DEL MAR ROJO Y DEL RÍO JORDÁN, pues las aguas se conservaban a una altura de más de un metro formando a derecha e izquierda del altar una pared de agua, quedando libre el paso hacia el tabernáculo, el cual permanecía intacto, así como el Santísimo.
¡Qué maravilloso, las aguas reconocieron a su Dios y a su Rey, y le formaban escolta, sin tocarlo!

LOS VEGETALES TAMBIÉN
Lo siguiente ocurrió en Orleáns, Francia.
HABÍA UN FAMOSO HEREJE en esa ciudad, quien había dicho que jamás creería en la presencia real de Nuestro Señor en la Eucaristía ( y que menos lo adoraría ).
UN SANTO MONJE CAPUCHINO había tratado de convencerlo con poderosos argumentos, pero aún así el hereje no creía.
HABÍA EN ESE LUGAR UN JARDÍN, y en ese jardín un árbol muy grande y grueso ( una encina), y en lo más alto de ese árbol estaban sus ramas y sus hojas.
EL HEREJE LLEGÓ A DECIR QUE, así como esa encina jamás se inclinará ante la hostia consagrada, de modo que sus ramas y hoja toquen el suelo,
ASÍ TAMPOCO ÉL NUNCA CREERÁ y adorará a Cristo sacramentado.
AL OIR ESTA PROVOCACIÓN, el capuchino, inspirado por Dios, dijo al hereje:
“Y si la encina inclina sus ramas hasta tocar el suelo, como decís, ¿creerás en la presencia real de Jesucristo en el Sacramento?”
EL HEREJE, CON SARCÁSTICA RISA CONTESTÓ:
“si esto sucediere, no tendré inconveniente alguno en creer lo que los católicos creen”.
ENTONCES, EL RELIGIOSO SE ARRODILLÓ, juntó sus manos, y dirigiendo sus ojos al cielo, suplicó al Dios todopoderoso que le asistiera en aquella ocasión de tanta gloria para la majestad divina.
SE LEVANTÓ, Y ANIMADO DE VIVA FE, se dirige a la encina, y en nombre de Jesucristo le mandó que se inclinara ante su Dios sacramentado.
¡MOMENTO SOLEMNE Y DE GRAN EXPECTACIÓN! Como si el corpulento árbol fuera capaz de entender lo que se le ordenaba, inclinó al punto sus ramas hasta tocar con sus hojas de la copa el pasto verde del suelo.
EL HERESIARCA, AL VER TAN ESTUPENDO Y RARO PRODIGIO, hizo inmediatamente la señal de la cruz y creyó en Cristo sacramentado; y con su ejemplo, muchos herejes se convirtieron.
¡Qué maravilloso, el reino vegetal reconoce a su Dios y su Rey, y se inclina ante Él!

¡Y HASTA LOS MISMOS ANIMALES RECONOCEN LA REALEZA DE CRISTO!
En un pueblo de España, en el año 1624 ocurrió algo sorprendente:
DOS PERSONAS IMPÍAS tuvieron la diabólica idea de entrar a una iglesia para robarse la custodia que contenía el Santísimo Sacramento.
UNA VEZ QUE REALIZARON EL ROBO, la hostia consagrada la escondieron en el hueco de un árbol, y se quedaron con la custodia, de oro y con piedras preciosas.
CUANDO SE TUVO LA NOTICIA del robo sacrílego, fue grande la consternación de los moradores del pueblo. Se comenzó a buscar a los culpables, y gracias a Dios, pudo encontrarse a los ladrones, los cuales fueron encerrados en una dura prisión, y fueron obligados a declarar donde habían puesto el Santísimo Sacramento.
UNA VEZ QUE SE SUPO EL LUGAR en donde lo habían puesto, se organizó una devota procesión en busca del Santísimo Sacramento.
UNA VEZ QUE SE LOCALIZÓ EL ÁRBOL, se vio, con gran asombro de todos los presentes, a una gran multitud de hormigas que llevaban pajas, hojitas, piedritas, granos, y entraban en el hueco del árbol.
SE ASOMARON AL HUECO del árbol, ¿y qué fue lo que vieron?
PUES VIERON QUE LAS HORMIGAS, con todo lo que habían recogido, ¡le habían fabricado un hermoso pequeño altar al Santísimo Sacramento!, con forma de custodia.
¡SORPRENDENTE, las mismas hormigas reconocieron a su Dios, a su rey!

Queridos fieles, ¡NO NOS DEJEMOS GANAR POR LOS ANIMALES, por los vegetales, y por los seres inertes!,
RECONOZCAMOS TAMBIÉN A CRISTO COMO NUESTRO REY ABSOLUTO, y demostremos nuestra sujeción a Él por medio de las obras.
· que Él sea el rey de nuestras almas
- Todas las noches, hagamos un pequeño examen de conciencia antes de dormir, y preguntémosnos:
- ¿qué pecado cometo más frecuentemente?
- ¿Cuál destrona a Jesús y lo hecha fuera de mi corazón?
- ¿por qué peco? ¿ por usar Internet, por ver T.V, por una mala amistad?
- ¿por no cuidar la mirada? ¿por no cuidar la lengua?
- Concentremos todas nuestras fuerzas para vencer primero el pecado que más a menudo cometamos
- Tomemos resoluciones firmes y generosas
- ¡Nuestro Señor debe reinar!
- También amemos mucho la Santa Comunión
- Nuestro Señor quiere entrar en su trono por la comunión
- Si el domingo que venimos a Misa , no comulgamos, ¡el rey se no pudo entrar, se quedó fuera!
- La verdadera gran alegría del domingo, no es la reunión familiar, o la fiesta, o el almuerzo con los amigos;
- La verdadera gran alegría del Domingo es el haber recibido a Nuestro Señor, con Él lo tenemos todo.
· que Nuestro Señor sea el rey de nuestras familias
- Entronicemos al Sagrado Corazón en nuestros hogares
- Si ya lo hemos hecho, renovemos con frecuencia esa consagración.
- Tratemos de rezar en familia, si se puede, aunque sea un poquito, a los pies del Sagrado Corazón
· Todo esto será muy útil para que algún día, Nuestro Señor sea el rey de las naciones


CONCLUSION
Queridos fieles, Nuestro Señor es el Rey, si las gentes, las familias y las naciones no lo reconocen,
¡NOSOTROS SÍ!
Pongamos a los pies de Nuestro Señor, todas nuestras facultades, nuestras potencias, nuestros deseos; todo lo que somos o poseamos, pongámoslo a su servicio hasta la muerte, ¡Sí, hasta dar la vida por la gloria de nuestro Rey!
Y recuerden esas palabras de San Agustín, que nos darán ánimo en la lucha y harán temblar a los enemigos: “¿a quién tenemos miedo si estamos con Dios? Porque si nos derrotan a nosotros, tendrán que vérselas directamente con Dios”.

Y DE HECHO ASÍ SERÁ, PUES AL ANTICRISTO, Dios mismo lo destruirá con un soplo de su boca; EN ÚLTIMA BATALLA DEL FIN DEL MUNDO, cuando los enemigos se reúnan en Armaggedon, Dios mismo hará descender fuego del cielo y los aniquilará.

“¡Enemigos de Cristo, no hay nada que hacer! : Nuestro Señor Jesucristo ha sido, es y será siempre el Rey del Universo”.
¡Recuerden las palabras de Nuestro Señor! :

“A los que no han querido que Yo reine sobre ellos,
¡Traedlos aquí y degolladlos en mi presencia!”

Para terminar, elevamos a Dios este hermoso himno a Cristo Rey:

HIMNO A CRISTO REY

A Ti, oh Cristo, aclamamos
por Príncipe de los siglos, Rey de las naciones;
a Ti confesa­mos único dueño de las almas y de los corazones.

La multitud criminal grita: "No queremos que Cristo rei­ne";
más nosotros, entre aplausos, te aclamamos supre­mo Rey de todos.
¡Oh Cristo, Príncipe de la paz!
Somete a los obstinados y congrega a los desviados de tu amor en un solo redil.

Para ello pendes del árbol sangriento con los brazos abiertos
y traspasado el pecho por aguda lanza, y muestras el corazón abrasado.

Para ello te ocultas en los altares bajo las especies de pan y vino,
vertiendo de tu abierto costado la salud para tus hijos.

A Ti te honren con público culto los jefes de las naciones,
te adoren los magistrados y los jueces; las leyes y las artes te enaltezcan.

Brillen las insignias reales a Ti consagradas;
haz que vuelvan sometidos a tu suave cetro, la patria y los hogares de los ciudadanos.
Gloria a Ti, oh Jesús, que riges los reinos del mundo,
en unión del Padre y del Espíritu Santo, por los siglos de los si­glos. Así sea.

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