martes, 10 de febrero de 2009

LAS PARTES DE LA SANTA MISA

Origen de las diferentes ceremonias de la Misa. Las partes integrantes del rito del sacrificio, que se encuentran en todas las liturgias, para revestir el sacrificio propiamente dicho de más solemnidad y respeto, provienen sin lugar a dudas de los tiempos apostólicos. Entre éstas encontramos la oraciones preparatorias, las lecturas de las Sagradas Escrituras, el canto de los salmos, las oraciones por los vivos y difuntos, el Padrenuestro, la acción de gracias después de la comunión. Si bien Dios instituyó el santo sacrificio del altar, dejó a los jefes de la Iglesia el poder de revestir ese sacrificio de un ornato digno, en otras palabras, de crear la forma y la solemnidad litúrgicas, y de allí nacieron en épocas y lugares diversos las diferentes liturgias.
La liturgia romana. Entre las liturgias occidentales se cuentan, principalmente, la mozárabe, la antigua galicana, la ambrosiana y la romana, que tuvo siempre un carácter principal en relación a las demás. La liturgia romana fue “fundada” por el Príncipe de los Apóstoles, en el sentido que la manera de celebrar la santa Misa adoptada e introducida por él fue la base del desarrollo subsecuente de esta liturgia.
Las fuentes escritas. Sus documentos más antiguos son los tres Sacramentarios o libros de los sacramentos o misterios, o misales, conocidos como Sacramentarios leoniano, gelasiano y gregoriano por los nombres de los papas León I (440-461), Gelasio I (492-496) y Gregorio I (590-604). Nuestro misal está tomado principalmente del Sacramentario de Gregorio Magno, quien agregó al Canon las siguientes palabras: “Diesque nostros in tua pace disponas atque ab aeterna damnatione nos eripi et in electorum tuorum jubeas grege numerari”: la última adición hecha al Canon.
Los ritos de la Santa Misa. Enseña el Concilio de Trento: “Como la naturaleza del hombre es tal que no puede ser fácilmente elevada a la meditación de las cosas divinas sin auxilios exteriores, la Iglesia, como una buena madre, ha establecido ciertos ritos, por ejemplo que ciertas partes de la misa sean pronunciadas en voz baja, y otras en voz alta. También empleó ceremonias, como bendiciones místicas, luces, perfumes, vestimentas y otras cosas de ese género, según la disciplina y tradición de los Apóstoles. Ella quiere por ese medio recordar la majestad de un tan grande sacrificio, y, por esos signos visibles de la religión y de la piedad, excitar las almas de los fieles a la contemplación de las cosas más sublimes escondidas en este sacrificio.”
Diversas clases de ritos. Teniendo en cuenta sus motivo y su significación, se pueden agrupar las ceremonias en tres clases.
1. Todas las ceremonias contribuyen a la belleza y al orden del culto divino. Pero mientras que algunas de ellas tienen una significación misteriosa y más elevada, otras solamente tienden a rodear la celebración del sacrificio de más respeto. Entre ellas están las rúbricas que ordenan al sacerdote acercarse al altar con los ojos bajos y con un caminar grave, poner la mano izquierda sobre el pecho cuando se signa, etc..
2. Otras ceremonias son, por su misma naturaleza, actos de culto y la expresión de pensamientos y afectos religiosos. Entre éstas tenemos las diversas posiciones del cuerpo y de los miembros, como las genuflexiones, los golpes de pecho, las inclinaciones del cuerpo y de la cabeza. Estos gestos del cuerpo son signos exteriores que expresan la devoción del corazón, la adoración, la humildad, el arrepentimiento, la oración, la confianza. Estos gestos manifiestan en el exterior lo que ya hay en el corazón, pero al mismo tiempo hacen crecer en nuestro interior esos afectos.
3. Un tercer grupo de ceremonias tiene por fin especial una significación simbólica, moral o mística. Están destinadas a recordarnos los misterios de la fe y de la vida cristiana. A este grupo pertenecen la mezcla del vino con el agua, el lavado de las manos en el ofertorio, la extensión de las manos sobre el pan y el vino antes de la consagración.
Finalmente, no debemos omitir en la ceremonias el fin sacramental, que consiste en producir ciertos efectos sobrenaturales y en obtener numerosas gracias.
Origen de las ceremonias. Las ceremonias católicas no son restos de usos judíos o paganos, sino prescripciones apostólicas y eclesiásticas, formas del culto inspiradas y penetradas de un espíritu más elevado. En el altar el sacerdote debe rendir a Dios, en nombre de la Iglesia, un culto interior lo más perfecto posible, por los actos de fe, esperanza y caridad y de todas las virtudes morales; y además un culto exterior por las inclinaciones, genuflexiones, el beso del altar y un sinnúmero de otras ceremonias.

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